Una vez ardió lo invisible en una llamarada que invadió el mundo

jueves, enero 17, 2013


Tweets del 26 de diciembre 2012


En la oscuridad de tu sonrisa
reposo desnudo,
indiferente y sereno

Bajo los cimientos
de los muros
aún
no han encontrado fuego

Volví a mírate allá
en tu cuerpo se sale el tiempo
bajo tu sonrisa

Es la forma de presentar un rumor
En un lenguaje tardío naciste
como escapada de los pliegues de mis manos
Inasible sutil como tu piel

Cuántas veces me he quedado de ti suspendido
Era ya tarde de tarde sin mundo visible
En esas ramas sentada y dispersa

Hay en ella otro mundo que existe y que nadie conoce
Te recorre el fuego como pequeños riachuelos por tu cuerpo

Ella se entregaba al verde árbol
envuelta en fuego
Eres tan selecta que hasta la sombra interior de tus ojos te molesta

Me pides un extravío
tirando de mis dedos hacia tus labios

Ella sabe
donde
tiene puesto el corazón y nunca se equivoca

Tu origen se encuentra en la tierra y en la fuerza de los árboles
Hasta la entrega, -te dije, extravíate

Tira mi ignorancia al hueco de tus ojos
Te deseo amoroso en el umbral de tus pies
Acércate a mi silencio y oirás el susurro de nuestro amor
Se desdoblan dos suelos de esta tierra cuando te apagas callada

O sea, todo se disipa bajo los árboles menos el verdor de la vida
A naranja sobre la mesa y tus manos mojadas
En un paréntesis negro he puesto la vida
El narcisismo no tiene puertas
Stravinsky rompe las cuerdas
Beethoven compone la décima sinfonía del Fin del Mundo

Tú, ese enigma con sabor a eucalipto
Abrazados al aire nos volvíamos ceniza
Éramos dos pájaros locos alzados en el silencio
Un rito es un reflejo de ojos tribu
Te amo con amor de parra plantada en jardín maravilla
Y la zarza mora, y la luz ennegrecida, y el filo negro de tus labios
Es amor de compañía para tu cuerpo
Una vez ardió lo invisible en una llamarada que invadió el mundo
Era la época de los helechos y tú llorabas
Ella vencida y evaporada anda sola de su cuarto a cuarto, de bañera a alcoba
De tal palo tal astilla va naciendo por dentro de los sueños
¿A dónde vas con ese aire esquivo claramente amoroso?
Nadie ocupó el lugar de tus dedos en mis manos
Hoy son buenos días de infinito atardecer
Dolor post mortem


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