agramáticos
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Horizontes cercanos inscritos sobre celuloide proyectados en la amplia penumbra de las salas donde se susurra
jueves, julio 28, 2022A que queda... los pies. Solos... sin caminos. Mostrando vacíos viejos zapatos. Bordes de calles. ¿Crees? Serena voz. Fondos de voz al filo de las apuestas por la relación como inversión de por vida con ganancias aseguradas para el corazón. Sus ganancias puertas abiertas abren horizontes al amor. Sus lados escribiendo imposibles cartas guardadas justo hasta el amanecer. Horizontes cercanos inscritos sobre celuloide proyectados en la amplia penumbra de las salas donde se susurra agitados movimientos de silenciado aliento.
Saca la luz del pecho. De su escondite. Allí donde ella misma se llama. Con ella te llamo. Con ella escribo tu nombre con dulces acentos puestos en cada letra. Entonces me percato de tu permanente presencia con sus caminos de suspiros. Esa inmediata realeza, a veces presente a veces ausente. A veces se pierde. A veces aterroriza la soledad de lo perdido. Y te alabo para que vuelvas. Y te llamo desde el hueco de mi ausencia.
Que yerra. Que yerra. Que yerra. El juego del error. Que alimenta y arrebata el hambre. Si es un juego puede ser en todas las direcciones de la incoherencia. Tiene ella la piel de sus manos ligera. En los juegos a veces el sentido de las calles se pierde. Y no sabes si son sus verdaderos nombres o metáforas o a veces metonimias de otro lugar, o dirección a donde la calle te lleva. Es un tablero de carreras rápidas. Un tablero de ojos. Con sus llaves dentro para abrir las miradas. Con sus camas hechas para el nocturno reposo de la luz.
Con tu alma, tú mi semejante. Con tus manos de hierba. Me haces sembrados campos de reposo. Del dormir disuelto. Del dolor acusado. Del correr del llanto. De las percepciones disueltas. Me liberas. Se fuga el día, la fuente, el agua corriente, se disuelve con su sabor insípido entre los dientes de la húmeda tierra. Pasa su nombre por las bocas. Con el rigor de las bocas. Con los recuerdos encendidos. Con su fuerza verdadera. Se ríe el llanto. Requerido semejante. Tú, mi amigo semejante. Por todo lo que en ti excede. Se vacía amoroso en sus gestos. Y de ti cautivos, tú y otro, turbados, oyéndote absortos por ti preferidos.
El crepúsculo del miedo. Coge la separación a la tristeza. Mira cara a cara a la noche. Cuerpo a cuerpo van contando los huecos. Quedan sueltos. Olvidan los perdidos, las medias cosas, medias dudas, en su conjunto dudas de certezas. Sombras de cuerpos que ya se han ido. Manos sin recuerdos. Tormentos sin volver. Giran ahora los senderos del hastío sobre los veranos ausentes.
Qué sé yo! Casi nada de ti. De qué niebla bebes fuente. En qué lengua suave bañas agua. Si sueñas. Si ríes o cantas. Si te comen de amor los diablos. O duermes plácidamente. Tal vez para ti no exista la noche. Qué sé yo! // Si no me dices deleite. De tus labios. Quiero ser comida. Uña de tus manos. De tu rostro mejilla. Y continuar, por la respiración, a conocerte.