Y desciende culminado. Del día nuevo que nace tras la larga noche del rezo y del insomnio. Bajará trayendo el fino fruto a la árida tierra. Fruto enamorado del aire encontrado bajo las alturas. Pensará en su cama inquieta; allí lo espera sobre manta cubre arena, filtrando a penas el punzante calor que trajo el día. Reencontrará los pecados con las mentiras revueltas de las que se separó justo antes de su marcha. Con vergüenza y pudor las mirará antes de pisarlas con la casi derretidas sandalias. ¡Olor. Maldito olor a carne corrompida por las malas palabras!
Senso, luego ex-isto como hipó/tesis.
Portador de mártires finos amantes del terrenal paraíso. Même nos. Y otros y todos. Antes de llegar. Sugestionando elevación. Montaña de alta elevación. Al menos nosotros valle. Ignorados abrimos la noche; y ella y esto y ella se escapa tomando nombre su mirada abandonada y celeste. Alta se abre al oído de la palabra. Demasiado lejos de los ojos ciegos e inmóviles; para ver el vientre, su acidez, la caída por el carnal desagüe. En contraposición, sube a la nube. No hay aire ni gente ni nadie que sabe. Pero sí su pregunta: «¿Qué me quieres?» Vengo por eso: para saber; saber mi verdad en tu palabra. Y existir. Evito los hermanos sin nombre que serán desterrados hacia las duras rocas; agarraderas para que no se los lleve el espeso viento de la picante arena, cegadora sobre ceguera, látigo sobre la impiedad y el duro mal.
Senso, luego ex-isto como hipó/tesis.
Y ahora que me das la vida. Aquella que aún no existía. Pues temprano en el amanecer. De repente a esta hora. De repente se acabó el hastío. Se acabó aquella primera hora. Mitad del antes, mitad de ahora. Se acabó el pre-reposo anterior a la existencia. Ese mundo del limbo de la conciencia que se lleva al pasado sin llegar nunca al presente, salvo en la presencia del cuerpo presente. Luego grita la boca sin saber lo que dice, manifestación anterior al lenguaje y a lalengua desconocida mas secreta sin saber que siempre se lee y habla sola con ella misma en el barullo de los discursos.
Senso, luego ex-isto como hipó/tesis.
Eres tú quien estás en el horizonte. La ficción nos inventa. Nos crea, no a ella. Por eso quiero ser ella, no yo, ella. Ser la ficción que se deja, me dejo, me haga lo que me haga, pues solo puedo ser yo siendo ella. Quiero ser tú; con tu inmenso pasado. Con tu amor de barca. Con tus labios de puente. Con tu ropa puesta. De reposo y calma. La pasiva sonrisa. Se estrangula en las bocas. A pesar, sin pesar, se cumple la vida. De estación en estación que se debe. Que se debe a los ciclos. Promesa de la siguiente vida. Nos promete sin debernos. No da sin pedir perdón por el dolor que nos causa. Nos da, a cambio, castillos en el aire. Aunque, castillos, castillos son.
Se salieron del Tiempo. Tuvieron que vivir allí sin las referencias de siempre. La atemporal esencia. El movimiento cero del instante del germen. El instante donde duda entre el existir o no, entre el siempre y el ahora. Noche triádica de varias noches. Mil años de nudos para contarlas. Haciéndose Maestro del Tiempo. Para eludirlos, las palabras fueron quemadas por dentro. Se destruyeron de ese modo todas las pistas. Dionysos, ante el Partenón, se cuela por la ruina de los huecos bebiendo del rocío de la muerte. Más allá de lo bueno y el dolor.
Éramos hermanos de los efectos del vuelo, de su embriaguez de aire, más allá de las raíces fructíferas de la amada y blanda tierra. Huyendo de la visión oculta de los escrúpulos. Números arcanos predominan en su inconsciencia provocando el pavor (del pánico). Sin duda, eso fue anterior a la memoria como los primeros cantos hace tiempo olvidados. Aunque aún se puede evocar la visibilidad de las apariencias cuando pareciendo fallecidas solo están soñando.
Si floreces y palpas. Si sales como las ramas. Te crecerá el tiempo en las manos. Y te verás. Te verás ver. A cuerpo abierto. A verte. Aquí. Desde el punto desde donde te hablo. Desde donde te habla la vida. Desde donde te habla el mundo; ese maravilloso lugar que nos relata como vida. Y calla, calla todos los puntos de silencio. Y anima, anima los recuerdos de la vida. De la fresca memoria. De su acierto y error. Como un fresco que el muro ha conservado. Y olvidado los trozos rotos. Asimétricos. Rotos abiertos al devenir.
Nunca fui más allá de la sombra. ─¿Dónde? ─En el mundo desconocido de las sombras. ¡Mira qué difícil es hablar de lo desconocido! No se trata pues de los lugares desconocidos, sino de lo desconocido, lo no simbolizado, lo que no pasa por el lenguaje. ¿Y cómo usar este para tratar de eso que no pasa por él? Ese desconocido que, sin embargo, está ahí en una presencia indefinida, por su lado tenebroso, amenazante, intrusiva. Ese intrusivo, que a veces se presenta bajo el rostro del terror, bajo el rostro del indomable futuro, de esa leve vibración corporal de la desconocida amenaza, todo aquello incierto que amenaza, la fuga de la realidad por las goteras de la vida, cuyas manchas salpican la amplia superficie de la sensación de vida, mientras por ahí mismo se fugan, una tras otra, todas las cosas concretas que sostienen nuestra vida.
Me devoras lento, al minuto, a fuego. Vienes oscura. Me despejas la tristeza. Llamas del amor los trozos dispersos. Me reúnes. Eres la tierra de mis murallas, las locas alas del viaje, de la raíz el deseo. Eres anuncio de la lluvia. // En mis pupilas emociones rotas, que quiebran el aliento, llaman a la lluvia, piden las llaves del cielo. Abres su puerta, te aplastan todas las cosas, de su esencia, retenidas.
Que tapo los agujeros que dejan los suspiros en cada hueco de la noche
viernes, febrero 19, 2021Dime algo. Ven. Ven delante de tus palabras. Ábreles caminos y puertas, ventanas del alma. Guíalas por los caminos sin rodeos de tu oído, ventana del cerebro, balcón con vistas a la lindeza de tus hombros. Ven por delante y diles que con firmeza te espero en cada lado de la cama, a sus pies a su cabeza, quien la pierde cada noche que marca con saña tu ausencia. Que tapo los agujeros que dejan los suspiros en cada hueco de la noche.
Somos de otra lluvia. Repetida y a la escucha. Tiempo reencontrado sin pérdida. Te explican tus sonrisas. En las escondidas de la noche. Cuando te dicen buena suerte en medio de la oscuridad. Son las insaciables palabras. Las que explican y ocultan para no verse desnudas. Se visten con bellos ritmos, sonidos en los que acaban. En cuanto a lo visual, también baila. Baila en el nombre del padre como a la inscripción respuesta. Allí nos entra el mundo en su estructura y forma. Nos acapara antes que el tiempo de las palabras, antes de su inmóvil orden. Nos entra el mundo como un torbellino, dejando dentro remolinos de imágenes de sus galaxias. Luego pasan a la velocidad del ojo por detrás de las pupilas.
Ya sabes de destinos echados a los dados
martes, noviembre 10, 2020Ya sabes de destinos echados a los dados. Se juegan, se juegan sin nocturna medida. Redundancia, ya sabes, de la noche. Pero no olvides que eres su centro, de la estancia, del tiempo que lo recorre, de la multitud de las sensaciones que lo constituyen. No olvides, pues no se puede olvidar, las vueltas que lo lían a la vida, esos límites ciegos que nos mantienen dentro de uno mismo.
Ahora te voy a decir aunque me callo. En algo absoluto me callo. De perfil indirectamente. Incluso en los periplos de la metáfora. Porque sabes a palabra. Porque sabes a metáfora. Porque de esa carne y hueso eres. Y de ese aire del que no escapas. Ambiguo destino del significado. Abrigados de él vamos, mendigos, debajo de su capa.
Aparecían tormentas en cada esperanza. A cada mujer, hombre, que estaban en la espera del haber sido. Porque éramos nuestras bocas: la tuya yo, la mía tú, así de fácil, pero no sin conflicto. Pero no calla ni a boca cerrada pues alegre boca se siente. Se siente luego existe por muchos argumentos en contra que la pura racionalidad, pura mente sin cuerpo que en mundo aparte dice existir pues piensa. Se dice siente pues cuerpo no calla, en su voracidad no calla, ni de engullir cesa pues, como parte de especie, a su función respeta. Hállase pues, en el circuito, inmerso en el recorrido de la materia de la tierra a la tierra pasando por el cortocircuito en serie, nómada, creador de inmensos depósitos.
Y entonces una palabra gritando como una loca yace entre hielo y hielo
martes, agosto 25, 2020El arma como monstruo crea al monstruo en sí misma. Forjada por el enemigo en su fortificación. Siempre presta al imprevisible ataque. En la ambigüedad de su función de ataque o defensa. Aunque también es arma contra las tinieblas del mundo, contra los malignos espíritus, contra los espíritus del aire. Pero todas las armas no son de Dios. Nos apoya con las armas para sostener la vida, para resistir a la tentación. Cicuta del deseo. Evangelio de la palabra espiritual. Pero la verdad no es cicuta; es calzado y sed; es ardiente encuentro con los labios de la ética.