Juego de taller de lápiz
Juego de taller de lápiz
Cicatera lengua de gato maullaba sobre la rugosa superficie de los nudos de las palabras cuyos antiquísimos círculos de vida se resisten al desenlace
sábado, agosto 27, 2022Cicatero gubia formón escoplo garlopa. Cicatera lengua de gato maullaba sobre la rugosa superficie de los nudos de las palabras cuyos antiquísimos círculos de vida se resisten al desenlace. Con su disecada y esquelética sabia engrasa el resistente frotamiento.
Somos de aire. Corre el aire. Por las calles, campos, ramas. Irse por las ramas. De las almas los ideales. Desnuda ciudad. De vainilla, ciudad. Nos comíamos las casas de chocolate. Pensando en su extensa materialidad de madera, ladrillo o cemento. Juego de niño de imaginación. Campanas de metal con campanilla de boca. Entran y salen con el aire al compás. Danza abstracta de los juegos.
Senso, luego ex-isto como hipó/tesis.
Y vence tu nombre sobre todos los nombres y rompe el nido de las palabras y salen al vuelo todas las palabras. Y sucede que tu nombre invento como un manto. Y tú mientras cargada haciéndome predilecto. Al cielo subes como una barca y en la entrada remas por el río infinito y eterno. Esperada más allá de su horizonte de niebla, vagas lenta como en un cauce plano a la velocidad sin tiempo.
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Tal vez eres tú la esperada, bella de tu cuerpo vestida, con tu alma subida y cargada de este amor que me sirves como un puerto. Oh esperada en el reino de la tierra como única, más bella y suave que gacela. Vas por la barca de mi espalda como mejor puerto aparejada a mi piel ciega, tú, mi predilecta, mi valle oscuro de deseo. Tal vez el juego ciego del sollozo grita como un socorro, que la vida en ti grita como pecho fulgurante, llama, ardor y deseo. Y tomas del mío horizonte las curvas de la carne, las santísimas montañas de los hijos que nacen entre tus labios de fama. Tal vez de la vida eres arma fundamental y primera, principio y fin de existencia.
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Ternura suprema del amor en su infinito presente dada a los sentidos y visión y a los grande vuelos. // Lila es la noche, conjuro al amor solitario. Mirada triste de los abandonados. (A las alas que a los perros le faltan. (Eran los únicos que de las noches errantes saben.)) //Pero vamos a los cantos a la tierra. Al fino aire que a veces se escapa. Sus frutos se hacían amantes de la noche. Abrigados por la espesa oscuridad. Llegan de los labios del árbol, con fogosa noche, con llamas agitadas de viento, rojo alimento de carne que florece en nuestras bocas
Si las aguas. Si sus lenguas de fondo. Si sus lenguas nos llevan a la muerte. Aunque no creas que se cierre fácilmente. Y lleves el corazón dormido y los recuerdos en verdes brotes.
A ti desnuda y temblor. Entregues tus dudas, entregues. Al mar la desconfianza. Del antes cuando se llora. Del morir ya no existe. Pues se engendran de nuevo las horas, los días, las horas, la suma del tiempo. Antes de la pena en los ojos, en el amor, en las manos y regalo. Si alguna vez fuimos ciegos. Y habíamos bajando al fondo de los ojos. A la justa distancia del vernos. A la justa distancia de nuestros secretos.
Por los pliegues de la vida vista. La lluvia sobre el rostro. En esta red de los ojos de seda. Ojos sin catástrofes, sin falta ni dolor. Todas esas puertas de las huidas; de las llamadas y las huidas, de las salidas y entradas; por ellos, a veces, sale y entra la demencia, o la luz loca que habla con la voz de los pájaros hechos a toda prisa, reinventados cada vez que aparecen en el campo del oído, trayendo mensajes de Dios o del cielo. Y por si hay duda, podrán encontrarlos en cada página y nota del texto aludido, impreso por una vieja imprenta del XIX en los primeros años del siglo XX. Aunque hace ya tiempo y no recuerdo exactamente.
Bullicio desaparecido. En el tiempo del recuerdo germina el tiempo. Intemporal tiempo de lo vivido, a dos tragos del cuerpo, a dos plenos carrillos, en las raíces de la boca van y vienen las familias de las palabras, deshacen las tumbas de las palabras podridas, las sustituyen por sombras y aire.
A lo largo del viaje, ventanas solitarias. Manos frecuentes del lamento. Gigantes olvidos de emociones. Amarse la mirada. Recorrerla. Cortar los objetos por los bordes de las sombras. Terminar los pasos de sus ojos. Vivir en su caleidoscopio. Múltiple, germinal. Equipaje interior de la mirada. Majestad pulsional del ojo. Abertura del cuerpo por donde se cuela la imagen del mundo. Cita con la exterior vida. Recorrido por su materialidad, por las calles de la poesía de la vida.
Sabe tu habitación de lo prohibido. Prohibidos encuentros con el azar. Sabores probados. Cuerpos recientes. Despeinados silencios. Y mirar y miradas de seda. Y detalles de piel resbalan sobre las huellas bajo el asedio de la mirada de ojos de primavera.
Hablan los caminos de los pasos perdidos secretos sin memoria dispersos por la tierra. Derramando amor en el pozo de la esperanza, en la habitación de los gestos, en tus minuciosos labios. Porque he probado el amor en ti. En tu cómplice piel. Allí donde se acumula la noche. Oigo tus pasos llamada donde se revela el mundo y el divino nombre de Dios.
Tiempo abrasado. Ojos que ponen celos en los labios. Nublados pensamientos del caleidoscopio del deseo. // Le daba por tener tus ojos la noche entera donde vuelan los pájaros de sangre. Vuelve el campo a sus raíces de árbol. Resplandeciente tierra, puerta de la germinación de la vida, donde en las próximas temporadas de los ciclos se reanudará la esperanza de la existencia.
Asoma la cabeza la piel. Levanta sus ojos nuevos. Navega por la superficie perdida, recordando el suave tacto de otras manos. // Estanque de sensaciones. Se reflejan sobre la superficie. Toman sorpresa de su rostro. ¡Ah, divina apariencia que naufraga dentro! Se ahoga en la imagen. Chapotea divertida salpica como un bebé fascinado por el movimiento de sus propios brazos.
Nos conocíamos en los arrebatos. Alegres, a manos plenas. Con los extendidos brazos de la esperanza. // Con los dedos toca palabras. // Con los mágicos remedios para el olvido. Ese olvido que se derrama, que padece de desgana, sin respuesta a lo lejos, con los ojos rotos, con lluvia por dentro. // Se encierra en amagos de la noche. // Canta para no olvidarse. Se saca las espinas. De sed se seca.
Nunca he hablado del lugar del olvido donde nacen las manos que aprisionan // al olor de las mejillas // en la raíz de sus ojos ciegos desprovistos de futuro // de cuerpo // materia // sin cuello para levantar su mirada por encima de las fútiles circunstancias y quebrantar las nubes // derretir su vida evaporada // tomar y romper aguas de lo sucedido // desconocer la vida que circula // su música de mágica flauta la que en fila lleva por las locas calles de la vida a las embriagadas almas.
Escribí tu nombre en todas las bocas. Todas las líneas. Tinta caligrafía. Puestas sobre el silencio. // Desconocíamos la lectura. Aquellas gargantas plenas. Adoradas. Esperanzas. Adornan tus sienes. // El instante dormido. En su sincrónico domicilio. En sus calles paralelas. Dimensiones. // Líquidas intrincadas. Sus mundos simultáneos. Se responden. Con compartidas raíces.
Avenida de amor. Hervía la cabeza desplegándose la vida. Amantes en vuelos. Más altos que nuestros cuerpos. Gigantes. Tal vez, imposible existencia pero vivos, encontrados, continuos, en ese mundo, perdidos entre las agujas de los relojes, aquellas que no paraban sus amenazas. Fugitivos de las horas.
Al cuello del amor, espléndida. Sonreíamos. Es la nueva vida, florida. Necesitábamos árboles. Cada estación, árboles. Vientos como columpios. Ya es: atardece contigo. Cerca de ti, inimitable. De ese besar de orilla a orilla, rema por tu boca en el río de tus labios. Por el corredor del agua. Donde se acaba el mundo.