Mis labios tiemblan por tu ausencia
domingo, febrero 24, 2013
Tweets del 26 de enero 2013
Y una raíz en el pecho
creciendo
Para los que no creen morir de amor: cojan un trocito con la mano.
Sitúate aquí, cerquita.
En tu mano me pongo
Siempre he querido entrar por el filo de tu camisa.
Mis labios tiemblan por tu ausencia.
Siempre te beso delante del horizonte.
Y ahora cómo te olvido si en ti puse toda mi memoria.
Sigue la lógica hasta que fallezca. Después préndele fuego al resto.
Simiente como un vuelo bajo tierra
se abriga la gracia bajo el efecto de los rayos
al pulmón de los brutos
sin puro horizonte.
El pulmón como la anunciación
ciego como un huracán
erupción como el hambre.
Corto el horizonte con una sierra metálica;
prefiero dos horizontes
frente a frente
tú y yo sentados en cada uno
como en un columpio.
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Tu amor en mi pecho como un brote de primavera
Palabra verso poema
el abecedario en línea
los poetas al habla
la poesía.
La pintura escribiéndose
con significantes sobre las telas
las pinceladas en los libros.
Pierrot enseñándome un libro
de hojas suaves.
Marrón era;
pasta de celulosa flexible.
Tamaño tablet.
Íbamos sobre un puente rosa.
Al fondo una cárcel
de locos con ventanas.
Agua que no hace ruido
y un café mirando.
Un café, por favor;
mas bien: café para todos;
vamos a calentar la tarde con nuestros poemas
como pan reciente
a la luz de esta tarde.
"Se me olvidó el lápiz."
"Yo tengo uno que me sobra."
"¿Qué has escrito esta noche?"
"Un salvamento."
"¿Y tú?"
"Una estrella."
"A ver. Déjame leer."
"Toma. Aquí lo tengo."
"No está acabado. Está sin retoques."
"¿De qué habla?"
"Habla de ella."
"Es guapa."
"Es bella."
"Estoy enamorado."
"Loco."
"A ver que dices."
Callan las palabras; uno lee.
Ese pelo negro hasta la espalda
liso como el espacio.
Sus ojos redondos
callados como de no haber dicho nunca nada.
Su delgadez redondita.
¡Qué carita!
¡Silencio que ella nunca habla!
Quería coger su mano;
se le hizo fina.
Supo oler su pelo
por detrás de la oreja.
(Hoy me duelen los celos.)
(Pero sigue y lee.)
Tuvo su pueblo en sus manos
recorriéndole el vientre.
Su pubis poblado.
Su boca temblando.
Hizo un comentario glorioso.
No reímos.
Pero sigue leyendo mi cuerpo
que esta noche me olvido.
Se mastica noche bajo sábana.
Tiemblan sus piernas.
Repiran locos y un suspiro.
"¿Por qué tan bella eres?"
Le preguntó él como poeta.
Contesta su cuerpo con un calambre.
Y un muslo que le aprieta.
"Ámame y calla
poeta.
Esta noche eres Pierrot sobre una estrella.
Tus labios me sueltan palabras sobre mi aleph
y olvido
que un día muy lejano
soñé con este sueño."
Él escribe sobre la rodilla el recorrido de su muslo.
Su pie, pequeño y blanco, le roza la espalda.
"¿Dónde estuviste antes? Antes de este instante.
No sé cómo he vivido sin amarte."
"Estuve en mi cama soñando
con tu boca y tus manos.
Mil veces cada noche mi cuerpo recorrieron.
Pero calla ahora poeta que mi cuerpo aún no ha aprendido a amarte."
"Toma el libro de mis manos;
dime que te dicen."
"Que me amas así divina;
divina y sola en tu cama.
Que sin mí te caes en pedazos
como tu pasado sin mi recuerdo.
Recomponte en este instante
de la ausencia desconocida.
Tómame entre tus brazos
despacio noche larga."
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