Un mundo ciego de amor
jueves, enero 18, 2018
En esa culminación del mundo se cierran las sombras. De los labios, las grietas. Las manos se abren. Las pupilas secas como plantas de la discordia. Y si ahora cerramos los ojos, se cierra todo. Aunque más bien, se descongela la tristeza como naufragios de gaviotas. Todo acontece en la soledad y en la fealdad del mundo. Es probable que nos parezca todo exagerado, que no haya tanto derrumbe sino oscuras visiones. Tal vez la Tierra siga siendo fértil de cuerpos mareados bajo el estridente sonido de la vida. No lo sé. Cuando tomo tus manos, no lo sé. Se me escapa la tristeza como mareas interminables, repetidas, frecuentes, veloces caminos de mar que acaban ahogados. Cuando llegas como una canción, como un baile que mueve el espacio, entre tú y yo el espacio tomándonos en sus brazos románticos, portadores de besos y sexo. No sé cuando tomo tu sonrisa, esa que pienso que es para mí, para ningún otro ni nadie, y me monto un mundo ciego de amor e ilusión irrefrenables.
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