La hora de los pájaros

miércoles, enero 10, 2018

Estaba sumergido en la luz de tu ausencia. Puse el reloj y marcaba las horas de los pájaros. Aún no había sombras sobre el suelo. Fue el origen del desastre. Se descomponían los libros, el amor y la carne. Ya hacia tiempo que la distancia era fecunda y frecuente. Se podía coger el aire con los dedos, pesado, espeso, inaguantable. El gran pan cotidiano era la sal de la tierra. Vencida frente al horizonte insultante, ardía con torpeza la ciudad y los bosques. Estaban las casas confusas en el eco de la memoria. Padecía el paisaje el juego del dolor. Eran todos los ojos de paso. Caía el brillo en su decadencia.

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