Con las pupilas rotas
viernes, enero 12, 2018
Y al momento recuerdo la sede de tus alas, los caminos de la espera, los viajes de nadie, y miro la distancia como tu nombre. Aprendíamos a estar dormidos con las pupilas rotas. Era inevitable nuestra existencia. Retornábamos desnudos a aquel viaje de la noche. Con nuestras voces feroces nos comíamos la memoria. Jurábamos que el tiempo era nuestro. Corría bajo nuestros pies la línea del instante. Estaban esos recuerdos colgados de las paredes. Las cenizas nocturnas de nuestra lengua reunidas en la chimenea. Era escandalosa tu ausencia, tu nombre impronunciable, en la oscuridad de mi cama solitaria.
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