Como las rosas que de noche no se cierran por miedo a morir
miércoles, enero 31, 2018
Sigue al acecho el amor del nunca te vayas. Se nubla, a veces, tu mirada, desaparece, me deja solo. Traspasas todos los límites de la grandeza, y yo, cobarde, te miro. Tienes el poder de la espera en tus manos mis manos. Pues eres esa fuerza alimento de mi boca. Desterraste todas las medidas. Derrumbaste mis muros de preso, mis testimonios rotos. Y sigues dejándome abierto como las rosas que de noche no se cierran por miedo a morir. Ahora me abstengo de todo proyecto que no te tenga a ti como punto de referencia. Entro en la absoluta pasividad salvo contigo en la cama. Quedo colgado entre dos instantes inmóviles mientras nada corre alrededor, para siempre, para siempre.
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