Tuvimos una idea del mundo invisible
viernes, enero 19, 2018
A otro paso, otro día. A tu boca le puse mi boca esperando resucitar tus besos. Y en lugar de la carne obtuve otra sonrisa. Nos pusimos a fabricar cometas para pintarle ojos al cielo. Nos pilló desprevenido el zigzag del aire, las letras rojas de nuestra lengua, el nombre de los gatos. Tuvimos una idea del mundo invisible, donde colocábamos nuestros cuerpos, algunos sueños para el viaje, y un poco de agua. Preparaban los árboles la noche. Algunos ecos hacían playa. Mientras las sombras se hacían falditas negras de franela. Quisimos coser sobre el verde de la esperanza, arreglar algunos oscuras nubes, ponerle música a las miradas. Dormían los demás en el sufrimiento. Borraban los sueños perdidos. Hacían aguas por todas partes. Nos hacía gracia mirar a esas aves desesperadas. De coraje, se rompían sus plumas a aletazos. Las tomaban con el pico y las tiraban lejos. Parecían disueltos cobardes que por algún encantamiento habían perdido el canto, mientras nuestros ojos temblaban de amor y lujuria. No había oscuridad en nuestra mirada. En nuestro profundo cuerpo podía crecer un otoño y más tarde la floreciente primavera. Habíamos perdido la superficie de las cosas. Ya no éramos cobardes ni sufríamos de la espera. No estábamos separados de nada, tan completos como un nacimiento. A veces, allí, nos venía el dulce sabor de nuestras bocas, la alegre visita del agua, y algunas visiones. Serenos, tomábamos plaza, al amanecer, en la flor de la vida del planeta.
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