Nos hacíamos a fuego lento en la oscuridad de nuestra boca. Me hablaban tus desnudos ojos de imposibles, besos, abrazos, camas. Ya me dijiste que la memoria dispone de la distancia. Tan cerca, aquí, a un paso de tu olor, tan cerca y tan lejos. Me miras como lo que nace, me respiras en la cara y das media vuelta, tan cerca, tan...
Te pido una noche, una. Te pido el tiempo de tu boca, tu aire, tus ojos. Te pido ese abrazo secreto que me hace esa barca de tus manos, puertas bajo tu ropa donde las horas se han vuelto locas, crecen por las paredes y me hablan. Tal vez en su delirio de agua gritan pidiendo la humedad de tus labios, cogen el...
Qué es vivir sin la alegría que me produces? Despertar, despertar de este sueño no es posible, ni quiero, ni me dejas. Mientras, todos los sitios son tu rostro. Desde que me miras vivo despreocupado, ligero, sin pena. Ya no hay cenizas locas en el suelo. Te diré, muéstrame tus manos, cuéntame sobre tu noche, sonríeme con tu triste boca. Te pido que...
Te prometo ser la tempestad de tu boca, el aullido de tu piel, y el espantapájaros de tus dudas locas. Ya sabes que bailo al ritmo del baile de tu mente, que ronroneo alrededor de tus piernas, y si es necesario, muerdo tu blanca nuca cada vez que me tocas. Naces del viaje de la belleza. Por tanto, seré tuyo aunque tenga que...
El amor nos abraza en esta triste distancia, se nos cruza, nos mira, nos desprecia con la abierta boca de las promesas. Solo en esta estación, y en la próxima, y en cualquiera, nos clava sobre los troncos de los árboles como notas al viento que pasa. No hay paradas. No hay claves para descifrar el recuerdo. Estábamos desnudos ante los reproches en...
En esta estancia triste, aquí y ahora, cuando acaba el mundo de este año de la tristeza, me suenas a nunca haber sido. Ya sé que no eres heroína valiente, ni triste suicida. Ya sé que tu vida está en el aire, y que tienes horror a las terribles corrientes, y no quieres emprender inciertos viajes. Sin embargo, aquí te espero, muy cerca...
Ya no se cruzan nuestras manos como un triunfo. Ya no te sueno bonito, ni me abrazas, ni me miras con tus dulces ojos. Y hoy, ahora, lloro y sufro. Lloro por tus manos cuando me tocas, cuando seria me sonríes como queriendo y sin querer. Y es entonces cuando no sé qué pensar. Triste ambigüedad que me pone de tristeza. Ya no...
Ya que nuestras manos fueron muchas veces triunfo y amor de toque de queda. No porque tus padres nos pusiesen hora de llegada y de despedida, sino porque el amor tiene esas contradictorias locuras. Ahora te amo. Ahora menos. Ahora me bota el alma como si ella quisiera abrazarte directamente. Ahora se enfría por un gesto malentendido. A veces tus ojos me saben...
Se abren las despedidas ante las puertas de los espejos del Tiempo en el nosotros de la madrugada. Ya es hora de nuestra piel después de las horas congeladas. Ya se nos había hecho costumbre la monótona vida, pues teníamos la vida como atravesada, con sus viejos zapatos, vestida de tristeza. Ya estaban nuestras manos lejos del bello triunfo. Y te confieso que...
En esta fina línea de la soledad, se hace tu cama a gritos. Cinco minutos, y vacío. Un ratico, y nos pusimos a reparar el tiempo. Nos rodeaban árboles refugio del peligro. Limpiábamos nuestros sueños ya marchitos, temblando sin vida, tristes como pequeños niños perdidos. Hojas muertas de la piel desaparecida. Encendíamos nuestras bocas a la espera. Nos alumbrábamos con la tristeza de...
Como oleadas, vivíamos como oleadas. Van y viene. Chocan y mojan. Se rompen, se disuelven. Como oleadas de soledad caída. Como encuentros rotos. Como decirnos al calor de la tarde. Fuiste y viniste tantas veces. Me fui y volví tantas veces. Que ya no las contábamos, como nadie cuenta las olas para tomarle el pulso al mar. Nos mojaba con sus arrebatos. Nos...
Éramos tan inestables como raíces en el agua, flotábamos en la deriva de las corrientes, mariposas marinas del oleaje. Y no te tengo que culpar, ni me culpas; sonreíamos con ternura al saberlo. Era así, al igual que nuestro encuentro: fugitivo, queriendo sin querer y no queriendo. Nos avalanzábamos fascinados por nuestra presencia. No podíamos evitarlo cada vez. Nos arrastraban nuestras manos y...
Vivíamos en nuestras bocas lejanas y tan cerca. Se abría el amor a la carne. Florecía nuestro amor en el futuro. Un barco va y viene a nuestro encuentro. Flotaban sus banderas con la gracia de las líquidas mariposas sobre las aguas marinas del deseo. Sabíamos bien que era imposible, pero ¿quién podía parar al corazón danzante? Me hice marinero de tus viajes....
Se levantaba la estampida de los secretos, la náusea de la nostalgia, ese veneno de la hirviente sangre. Gotean los ases de la vida. Se encienden los ojos en sus atajos. Aparecen los voraces agujeros de la lluvia. Salen los pájaros rosas del invierno. Se agita el olor. Se alejan nuestras bocas de carne. Florece allí la memoria. Se levantaba la estampida de...
Alguna vez fuimos pájaros del fruto maduro. Nos balanceábamos sobre la ligereza del aire. Nuestras alas desnudas creaban turbulencias de pánico, remolinos de existencias, y pasos. Amanecía sobre los precipicios el intervalo del deseo. Se levantaban en estampida los secretos. Rebosaban por sus bordes las cosas ocultas. Y entonces, y entonces, tomábamos los ojos como atajos. Alguna vez fuimos pájaros del fruto maduro....
Ya es hora que te diga te amo. Para ahora y el futuro. Para el cerca y lo lejano. Antes de que se acabe el mundo. Y el fracaso nos haga indomables. Crecen las horas del infinito que nos espera. Crecen las ramas del tiempo, sus secretos mojados por las olas del espacio, los pies descalzos. Huelen ya las palabras a viejas. Las...
Y nos vino el amor a la boca, limpio para amarnos en toda su inocencia. Amarnos como un bello regalo. Sueltos de manos. Unidos por los labios. Fue este magnífico invento de la lluvia. En nuestro mundo, pasaban las noches enteras, los días, las horas, sin llanto ni memoria. Mirábamos los lazos que nos unen, los recuerdos conjuntos, el nacimiento de nuestras bocas....
En el patio de tu cabello, mis manos y mi boca. Mordida del deseo. Desnuda a gritos. Poderosas caderas de tu cama. Te beso y escucho el susurro te amo. Parpadean tus piernas. Se curva tu espalda. Me dices ámame y me aprietas. Nos viene el viento a la boca. Te busco en tu limpio cuerpo. Me pierdo en tu lugar oculto, casi...
Estábamos en el llorar de las manos cuando vimos pasar nuestro pasado. Las piedras echaban raíces, los árboles muros; las espigas acero, los campos hierro. Se iban borrando los nombres con el agua del espacio, pertenecían al invento de los espejos. El pensar surgía de los arrepentimientos. Se volvía del revés el presente como un abrigo formando el espejismo del futuro-pasado del pasado...
Y amarte y llorar, y llorar en este cuarto de los abrazos rotos. Y caer, y llorar. Me miras como pausa del silencio, al ritmo del color de tus ojos. Supe entonces lo invisible que era, y la fealdad de la piedra. Olvidaste todo el dolor y el desvelado ruido, y la raíz de nuestras sonrisas. Y me miras. Y te miro. Pero...
Me das cuenta del error de habernos conocido. Me preguntas por los defectos del mundo para ver si los conozco. ¿Cómo separarlos de las dudas de las sombras procedentes del más allá del oscuro silencio? Me das cuenta del error de habernos conocido. Me preguntas por los defectos del mundo para ver si los conozco. ¿Cómo separarlos de las dudas de las sombras...
Tus brazos me negaron dos veces, o tres, en su mentira, esa oscuridad de siempre. Se tambalea el mundo y, a veces, me sostienes, otras, soy carne de paso. Sabes a duda, a terror a lo desconocido. Surgen tus ojos de dolor, y me aterrorizas. Tocas al saber oculto que llevas dentro, sale por tu boca, me lo pones en los labios. Tus...
Y a veces con tu belleza en los fulgurantes nudos despoblados. Largas eran las cadenas de nuestras manos rotas. A veces bosque. A veces mañana. A veces brazos desgranados. Echaban nuestros dedos raíces en la oscuridad del mundo tambaleante. Contábamos nuestras dudas sobre las partes de nuestro cuerpo. Y cuando al beso toca, nos hacíamos dolor para consolarnos. Y a veces con tu...
Y otra invasión del tacto. Necesitábamos darnos a la vida oscura, con sus negras Lunas, y otras luces del firmamento. Es mentira que éramos hermanos de las sombras, y otros subterfugios. Qué le íbamos a hacer si se nos hizo la vida en blanco y negro, con su papel roído por el desgaste. Y otra invasión del tacto. Necesitábamos darnos a la vida...
Amor a ti como milagro
Estábamos en los secretos del silencio, en belleza despoblada de los ojos ciegos
lunes, diciembre 04, 2017 Estábamos en los secretos del silencio, en las marcas de la noche, en la boca de sus cartas infinitas, clavadas sobre puertas que no dan a ninguna parte. A pesar de todo, nos invadía el tacto de nuestros cuerpos. Necesitábamos la oscuridad de los sueños, su locura tremenda, sus amplias alas quebranta vientos. Éramos hermanos de las sombras, de las múltiples Lunas del...
Secretos y noche. Las marcas, las marcas indefinidas. Sueñas que aparece un “fantasma” sobre ti, en tu cama; y te hace el amor delicioso. Y no quieres. No puede ser que esté haciendo eso al lado del otro que duerme. Acabamos de conocernos. Fue inocente; una sencilla comida entre amigos y tú y yo desconocidos. No se puede mirar así desde el primer...
En la ausencia. En la constancia de las palabras. En los círculos del agua del universo. En los crudos intrusos que se tocan. En sus tramas. En sus huellas. Marcas de ayer del dolor. De lo que fuimos, ojos al vuelo. Son gotas de la inestable nostalgia, brevedad del olvido, imposibilidades secretas. Secretos hechos de cartas infinitas, de palabras sin nombre, de nuestras...
Y si te puedo decir que tus labios huyen de miedo. Cierra los ojos y compara esto con tu antiguo silencio y aquella fea tristeza que traías como cara. Entiendo que tus intenciones no eran esas; y que solo fui un intruso en tus sueños. Vuelve, si quieres, al círculo de los cuerpos, a las huellas de la carne, a las falsas promesas,...
Soy abanico de tus sueños rotos. Agita y agita la proliferación del aire. Revienta los objetos del dolor. Aleja la pestilencia. Son sus varillas fetiches del aire, su mango modelo de nuestras manos, sucias, moradas, sudorosas. Sufren heridas leprosas, trozos de la vida que se aleja. Mueren sus sueños en coma. Es la rebelde pintura de la vida, el ansia, la mezquindad. Revientan...
Pertenecer al dolor, a sus intrigas, a su mala leche. Ese dolor disidente del cuerpo, lectura mal entendida, errática, confusa y perdida. Pertenecer al dolor como quien pertenece, atado, dependiente del grito, de la mala suerte. Eran sus metamorfosis ancestrales, marcas de la biografía, desechos de la vida perdida. Tuve el privilegio de tus manos y sus obstáculos. Tiemblo cuando aún recojo trozos...
Íbamos en las alas de prodigiosos Infiernos. Era, entonces, evidente la lluvia. Manifiesto invierno. Fuerte y silencioso como la vida. Capaz de aire y tormentas. Quería arrasar las últimas trazas de la primavera. Agua fuerte con sabor a peces de mar lejano. Lluvias densas como el tiempo. Frágil amanecer, entonces. Ardía el aire para verte. Aquí hace una pausa la construcción del mundo....
Tuvimos camas pasadas donde leíamos los cuerpos. Desfallecían las horas completas. Y creíamos que nunca era tarde. Estamos al alcance de lo que amanece. Eran gotas de dolor que pasaban por la noche. Estábamos lejos del riesgo del recuerdo. El mar, el mar aún estaba lejos. Tuvimos camas pasadas donde leíamos los cuerpos. Desfallecían las horas completas. Y creíamos que nunca era tarde....
En ninguna parte, en ningún lugar estuvimos. No sé ahora por qué te digo eso. Será por tu nombre. Será por mi boca. No hay quien la calle cuando de ti hablo. Con caricias claras. Con tu ombligo. Con las llaves de tus sueños. Con tus manos para hacer noche. Es usted o vos, la hierba que hierve, la cal blanca, mi paisaje....
Total, una sombra. Con la piel tersa, suave y fresca. Cercana la nota. Y por supuesto, al amor devota. Mueren las miradas perdidas en la noche. Levemente los círculos se cierran. Alrededor de sus ruinas hicimos castillos de aire. Tumultos vigilantes, con sus cúmulos de oxígeno marcaban los bordes de la vida. Vienes de otra parte, de todas partes de mis puertas. Te...
Ahora vendrán las negras ciruelas con su jugo a nuestras bocas. Es que estoy pensando en ti, mi amor. Y dirás tú que no eres el fruto de mi boca. Y diré yo que eres el fruto de la vida, así, sin metáforas. Somos ahora cuatro latidos de la naturaleza. Y vendrán más como savia del árbol. En tales cosas estoy ahora pensando...
Sales del ángulo de mi boca, de lo árboles negros de mi mirada, de la sombra de mis manos. Te he visto llegar con una sonrisa que intenta no decir nada, nada y todo oculto. Te posas. Te posas como una presencia inesperada, así, como si no hubieses venido. Y te desvías. Y das vueltas. Te escurres como si no hubiera habido tiempo...
Así como las bocas muerden y supongo que tengo que imaginarte desnuda. Me sientes dudosa y con preguntas extrañas. Me urge tu voz para tapar el silencio. Te he recordado, ¿ves? Te he olvidado también muchas veces, tantas que a veces me suenas a hueca. Te he encerrado en el olvido con llave y sales para que te conserves. Fuiste la salida de...
Vivíamos contra marea como intrusos del mar. Las palabras secas en la boca. Los gestos con nudos sensibles. Se arrastraba el movimiento sobre nuestra piel como onda de la vida. Así las bocas. Así el amor oscuro que nadie toca. Y supongo que imaginábamos que éramos grandes gigantes, sin dudas y urgencia, que devoraban las sombras y todos los silencios. Vivíamos contra marea...
¿Qué hacen ahora tus labios? Siguen luciendo como las tormentas. Ya no le perturban mis palabras desesperadas, ni su nacimiento, ni sus ruidos. No me queda ofrenda para entregarte; ni furiosas mordidas para amarte; y sin embargo, sigo siendo un intruso en tu vida; pobre, igual que vine en el primer instante. ¿Qué hacen ahora tus labios? Siguen luciendo como las tormentas. Ya...
Que solo te pido tristeza para hundirme en el recuerdo de tus ojos. Que solo me hago en el color de tus colores, en los lados de tus labios, en la suavidad de tus palabras. Venga a mí la calma de la tristeza como la suavidad de tu piel, como la dulzura de tus besos. Que solo te pido tristeza para hundirme en...
Y tus ojos son la sorpresa de mi vida. En su inocencia borraron todas mis heridas. He querido para ti ser hermoso aún por encima de la ciega vida, esa que duele como el dolor del veneno. Me has hecho traspasar el olor de la muerte, la triste tristeza, y otras banalidades. Alejaste con tus colores la peste, el hambre y la miseria....
Tuvieron tus ojos la culpa de todo el desastre. Me vinieron de sorpresa a herida, embargado en mi inocencia. Sí, tus hermosos ojos, con sus lecturas antagonista: hoy te amo, mañana te odio; y me engañaban en el torbellino de su mirada. Fui yo un enamorado loco que veía y estaba ciego, siempre ciego, feliz y desgraciado, consentido y a la vez rebelde....
Peores mares habíamos recorrido de boca en boca. En nuestro divino divagar fuimos luz de los sueños. Ojos rotos de pena y llanto. Inocentes, sin embargo. Habíamos quedado como herida. Pechos sin reproches. Corderos de la vida. Peores mares habíamos recorrido de boca en boca. En nuestro divino divagar fuimos luz de los sueños. Ojos rotos de pena y llanto. Inocentes, sin embargo....
En ninguna mano, en ninguna obstinada noche, cuento tanto como cuando te recuerdo. Ya se hizo la espera. Ya se hizo callada. Ya vino con sus ojos helados a mirar tu ausencia. Divagaba de frente, como si fuera inocente de tus ojos hechos de huidas. Y quiere, sin embargo, verte, negada que es a tu pérdida. En ninguna mano, en ninguna obstinada noche,...
Eres mi herida vieja después de la vida. Eres mi boca quemada por la espera. Se acabaron todas las tormentas cuando echaron al tiempo afuera. Primitivo dolor, mi drama. Todos tus ausencias caen en los huecos de todas partes. Cuentan las noches obstinadas nuestra mala historia vivida. Cae la lluvia en un divagar celeste. Y por ahora, solo soy recuerdo. Eres mi herida...
Toma la herida sangrante antes de que te vayas y tomes los pies por salida, y al final, dolorido me dejas como ave caída. Tuvimos vida dudosa, altanera y frágil. Tuvimos vasos de amor claro, ancho mar de tu sonrisa, después, dicha. Fuiste clarividente de nuestro oscuro futuro, caminos divergentes germinando ante nuestros pies. Fuiste divina de ojos dudosos y lágrimas llamas. Toma...
¡Cómo siento tu ausencia como un descuido! Uno de cada dos tiempos, lluvia, lluvia y sueños y lluvia. Y me siento en ausencia, demasiado lúcida. Cae la tarde y ya te fuiste entre las sombras. Cae la noche como amenaza. Suena un dios del infierno, frío como mis manos. Anduve de silencio en silencio, de calle en calle, arrastrando la pesadez de las...
Entre la almohada y tus espasmos, entre la alegría de nuestras fuentes, con algún descuido del sueño, mientras la lluvia se ve a través de la ventana, y las húmedas hojas de los árboles danzan coquetas, se hizo, en nuestro cuerpo, la eternidad del placer compartido. Entre la almohada y tus espasmos, entre la alegría de nuestras fuentes, con algún descuido del sueño,...
Y nos despertamos con los párpados insolentes a modo de clave. Tú mirabas, a veces, la cerradura del tiempo como un voyeur anticipado. Vivíamos entre paredes fuertes que no concluyeron la vida. Eran las metáforas a veces terrestres; a veces, agua; a veces, máscara de la letra. Sufrimos por aquel entonces la fragilidad de los sueños, cosechas malditas sembradas en los corazones. Entrábamos...
Esta noche imperfecta se divierte con tus mentiras, usa alas de seda como palabras para envolverme en la oscuridad de la germinación. Nuestros sueños se miente con cara descarada. Nuestro callado absurdo produce sinsentidos en la mirada. Sufren nuestras gargantas con palabras quemadas. Sufren los párpados con lentitud pesada. Ya despertaba con el fuego del sudor, cama ardiendo de desesperanza. Miraba tu boca...
Ya no recuerdo el ruido del dolor en su inmovilidad infinita. Ya no soporto la noche. Y a pesar de todo, algo queda. Quedan las últimas palabras que nunca se dijeron. Como si volvieran las sombras con todos los secretos del silencio. Desfallecen ya mis manos. Se rompieron nuestros cuerpos en esa noche imperfecta. Quedaron los aullidos de la mentira. Ya no recuerdo...
Y de pronto la escucha del soporte de la noche. Se ensucia el olvido, amor, perdido en nuestras manos. Perdidos tus labios en las tinieblas, ahora con sus bocas desmedidas. Te amo de dolor, te amo; como mi secreto silencio, recorrido tantas veces en las sombras. Y me desfalleces como un ultraje entre los brazos. Y de pronto la escucha del soporte de...
Si nos íbamos a encontrar en el grito de la bestia, en el tránsito del dolor, en los embriones del recuerdo, fue porque el amor duele, hace ruido y duele como el abrirse la boca de la existencia. Recuerdo el abrir de tu amor, tu piel ofrecida, el grito de tu entrega, el placer en su opulencia. Quema este murmullo del pasado como...
Recordábamos el dolor como un ruido. Ya borrados de la existencia, tal vez, embriones del recuerdo. Se abre el dolor y pesa. Se abre el amor en tu piel ofrecida, como un grito de entrega de la Bestia. Y en cada inmóvil placer, nos quemábamos la lengua. Recordábamos el dolor como un ruido. Ya borrados de la existencia, tal vez, embriones del recuerdo....
¿Ya no recuerdas, amor, la suave dulzura de tu mirada, el miedo de perdernos, nuestros abrazos, nuestros besos? Fuiste nido logrado, a veces, de repente tormenta, boca blanca e infinita. Tuvimos también en la lista negra algún miedo, algunas noches cultivadas, algunos sueños. ¿Ya no recuerdas, amor, la suave dulzura de tu mirada, el miedo de perdernos, nuestros abrazos, nuestros besos? Fuiste nido...
Algo negado como anticipo de la muerte. Tal vez un reproche a las perpetuas reencarnaciones del mal, negación de la vida, de insaciable dureza. Tal vez las puertas de las dudas, los recuerdos inciertos, la mirada diluida. Algo negado como anticipo de la muerte. Tal vez un reproche a las perpetuas reencarnaciones del mal, negación de la vida, de insaciable dureza. Tal vez...
El resto del día me parecía seco sin tu boca. Miraba al tiempo desaparecer por las esquinas. Anticipaba el fondo de tu cuerpo, las iniciales de tu vida. Hice piezas las horas para terminar con la vida. Me anticipo y mortifico, insaciable. El resto del día me parecía seco sin tu boca. Miraba al tiempo desaparecer por las esquinas. Anticipaba el fondo de...
El verano es silencio cuando el cuerpo se hace muro. Mira al resto de la carne como plumas al viento. Se hace denso el tiempo, largo, largo. Las garras secas de los gatos clavadas entre los huesos. Piel cartón, durezas. De gritos de hierros. El verano es silencio cuando el cuerpo se hace muro. Mira al resto de la carne como plumas al...
Siempre estás hecha de noche, infinitamente vestida de agua; y en las lagunas de mi memoria, lluvia. Pones tus dedos en tu vestido negro, con una sonrisa que abre las tormentas, y todos los inventos de tu piel. Me gusta verte flotando sobre mi deseo, suave como el silencio, limpia como tu desnudez. Es tu pecho la cueva de mi ama, segundos vibrantes...
Amor a ti como milagro
Ya están hechas las heridas en la sed de la noche
martes, septiembre 19, 2017 Y duele; y duele como el fondo de las cosas. Tenía que inventarme el olvido y la creencia en el silencio. Chapoteaba tu nombre sobre mi piel. De la desnuda agua salada hacía mapas de la geografía de tu cuerpo, preparando secretas invasiones. Por el momento, lloras. Ya están hechas las heridas en la sed de la noche. Ya cayeron nuestras íntimas máscaras....
Han quedado algunos rincones como citas inacabadas. Huelen a aquello que no se ha hecho, a pasos torcidos, a rincones de ropa mojada. ¿Qué pretende esta noche con este duro insomnio, mitad mentiras, mitad delirios, locuras de las profundidades? ¡Que difícil es mentir cuando uno duerme! Duele como un dolor de fondo, subterráneo, indefinible. Y si uno se pone a hablar, son gritos,...
El viento asimilado al silencio del futuro. El vértigo fugaz de la combinación de las cosas. Algunas tardes, el mundo disipado como hojas muertas. La memoria del otro lado de lo invisible. Es medianoche y una sombra de amor. Mientras, el verdadero duerme en el insomnio. El viento asimilado al silencio del futuro. El vértigo fugaz de la combinación de las cosas. Algunas...
En esta gigante esclavitud del miedo, testigo y carne de la malvada vida. Ante los ojos de la tenebrosa Causa devoradora desaparece la vieja inocencia. Es el mal asimilado en la profundidad del Ser. Es el río subterráneo del propio Infierno que se da el festín de la vida. Corre un viento silencioso de certero acierto. Arrasa, rompe, devora. En esta gigante esclavitud...
Íbamos de humo, calor, y cuerpos, desmintiendo la ausencia entre los fragmentos de las tormentas, aquellas bien cerradas de nostalgias e inviernos. Fuimos de piel fruta mojada, recuerdo de la lluvia tras la ventana. Sonaban nuestras manos por el aire sobre los manzanos blancos de nuestros cuerpos. Hacían los pasillos muecas ante el ruido de amor y sexo, huían de la humedad despavoridos....
Estábamos en nuestros orgasmos inauditos, en los pliegues de nuestro cuerpo, en el dejar la noche seca. Vaciábamos las paredes de su sentido de muros. Nos comíamos el futuro antes de su llegada. Hacíamos humo de lo que no era nuestro. Y tras desmentir todas las ausencias, reuníamos los fragmentos de todas las tormentas cercanas. Estábamos en nuestros orgasmos inauditos, en los pliegues...
Vi barcos amarillos como frutas paradójicas y paisajes del tiempo, y nuestras manos con raíces de agua. Y ahora los soles hacen lunas nuevas como ventanas del circo de las miradas. Parecen nuestros gestos enanos sorprendidos subidos en trapecios locos. Asomaba la cabeza la burla, el escorpión de los mareos, y una pequeña noche arrepentida. Vi barcos amarillos como frutas paradójicas y paisajes...
Colgaban las noches de la lluvia. Tu desnuda boca, tus labios de agua. Tus ojos heridos gritaban como un mar en declive. El trapecio de tus gestos tomaba el balanceo de tu deseo. Allí, en el aire de tu cuerpo, cerrábamos todos los ciclos. Volvíamos a empezar con los techos rotos en el paisaje del tiempo. Sorprendidos, abríamos las ventanas, limpiábamos, arreglábamos el...
Fui la sombra de tus sueños descosidos, las viejas manos de tu memoria, el cíclico ronquido de todas tus catástrofes. Pero hoy, por si vuelves, me como el olvido, su sangre y mala suerte. Ante tus ojos tengo la angustia, el amor y el fracaso, el fuego y todas las cerraduras. Y si la lluvia se niega en este acantilado, caeré por tus...
Era duro el deseo de la memoria. A veces, miraba a otro lado; a veces, con otros ojos: los de las duras lágrimas. Eras como el principio del agua. Fui tu papel mojado, tu memoria callada. Era duro el deseo de la memoria. A veces, miraba a otro lado; a veces, con otros ojos: los de las duras lágrimas. Eras como el principio...
Otra vez te amo bajo la sombra de los relojes. Herméticos como la noche, bajo los ojos de la oscuridad. Fue el fuego de la ceremonia, bajo del dolor del ritual. Dura memoria que no se rompe. Mirada del principio del agua. Bordes de lejanos pasados. Y aquella parte de ti descosida me fue atando en los ciclos de las catástrofes. Otra vez...
Llegábamos a ver los silencios de nuestra mente. Nuestros ojos incubaban soledades. Hambrientos, llenos de rabia, buscábamos la cura que no fallaba. Nieve después e inviernos. Y palabras desgastadas. Ya no volaban los pájaros ciegos. Ya tu mano era llanto y la mía sombra. Se volvieron las horas invisibles. Nos descubrimos llorando, ante tantos ojos, ante tanta oscuridad. Llegábamos a ver los silencios...
Eran nuestros silencios tejidos con el hilo de la distancia. No se encontraban ya nuestra mirada. Se rompía la tela de la lengua. Era la seda de las sombras transparente. Y ni el calor ni el verbo tenían alma. Eran nuestros silencios tejidos con el hilo de la distancia. No se encontraban ya nuestra mirada. Se rompía la tela de la lengua. Era...
Se despiertan las piedras de la ausencia en nuestros ojos abreviados por el incansable tiempo que pasa. Gira y gira, navega. Asoma su mirada de hielo como el oscuro animal de las profundidades. Lleva, sobre su amplio lomo, la sombra de las vidas raptadas. Babea hambriento entre sus fauces ensangrentadas. Las láminas de sus ojos cortan el agua y la carnaza. Se despiertan...
Despierto en tu vientre, allí donde todos los rostros son agua. Y pienso que soy parte de los amores divididos, resto del amor que se comparte. Veo en ellos las piedras de tu carne. Se resiente el dolor exclusivo y amargo de no ser nadie. Huelo el placer que has tenido, las risas, los abrazos, la melancolía de la fusión imposible. Se me...
Eran invisibles tus sombras, cama negra, noches blancas de larga insomnia. Germinaba en mi vientre termitas hambrientas. Giraban su devoradora mirada bajo la grasa; el rostro, agua; madera, los huesos. Goteaban sobre la sábana los restos de las sustancias. Eran invisibles tus sombras, cama negra, noches blancas de larga insomnia. Germinaba en mi vientre termitas hambrientas. Giraban su devoradora mirada bajo la grasa;...
Y al final de cada árbol se escribe un libro, de amor o de ignorancia. Eran sus sombras repeticiones, sus hojas lo ya dicho, reglones torturados por el saber. Se quedaban invisibles con el tiempo, en la biblioteca digital borrada. Y al final de cada árbol se escribe un libro, de amor o de ignorancia. Eran sus sombras repeticiones, sus hojas lo ya...
Amor a ti como milagro
Y al final de las tijeras del tiempo, se hicieron alas negras
miércoles, agosto 16, 2017 El adiós sopla en la manos. Y te olvido. Y me olvidas. Y nos duele apartados. Estábamos allí donde no había nadie. Tal vez un reloj se quedó mudo. Tal vez nos hicimos invisibles. Y al final de las tijeras del tiempo, se hicieron alas negras. El adiós sopla en la manos. Y te olvido. Y me olvidas. Y nos duele apartados. Estábamos...
Amor a ti como milagro
Está la marea de tus pechos en el crepúsculo de mi seca boca
martes, agosto 15, 2017 Te crecen las flores en los muslos. Te crece la sombra de mis huesos. Y yo, por naturaleza disperso, te crezco como semillas en la nada. Soy mi fantasma a mitad perdido, lengua del mundo sin cabeza de la lluvia. Está loca la calle de tanto silencio. Silencio de nidos vacíos sin vuelo. Están los árboles apartados, en su verde callar veraniego. Está...
Al olvido, la duda. A la distancia, la muerte. Los pies en la cabeza, la esperanza. Te invoco como un hueco en la pared de ma chambre. Desnuda desconfianza del que desconoce. Son los flecos de tus muslos los que me llaman. Es el agua dispersa de tu cuerpo. Desnuda y ajena, como una sombra balanceante. Al olvido, la duda. A la distancia, la...
Profunda es la noche. Profunda como un rayo que nunca llega. Tuvimos el alma y el corazón a la deriva, poseídos por la terrible claridad de la vida. A pesar de eso, permaneces, despierto frente al olvido, quemado en la quema, muerto y latente. Te invoco como una esperanza hueca, como un dejarnos ir con la corriente; y si nace una flor, tiene...
Mientras germine el universo y tu existas, corre la vida como el agua que se vierte. Te saludo amor, con todos tus abismos. Son los cantos de la tierra cuando permaneces, claridad del mundo y mi pereza. Ya he olvidado el dolor y todo lo que hierve, la sangre, la saliva, el corazón y el semen. Poseído en ti, paralizado en ti, en...
Mientras, todo será destruido, sin refugio, sin ojos que contemplen lo que ha sido. Si no existieras. Si universo no hubiera, ni nada de lo que hiciste. Mientras el corazón germina en la ausencia de la muerte. Mientras los ojos ya no contemplan. Ni el refugio del Mal queda ocultado. Ni las maravillas enceguecen. No hubo allí ya conciencia, ni lengua húmeda de...
Estoy perplejo sin el auxilio de tu palabra; así, con los poros abiertos a la duda, con un estremecer oculto que me inunda de tristeza. En esta larga paciencia, en estos segmentos del irte, las cosas no tienen nombre ni cosecha. Mientras, en este refugio del mal, destruido, arrasado, maravilla de la nada que se hace a voces. Estoy perplejo sin el auxilio...
Ahora esta soledad es completa. Esa sala oscura, ese sin olor, ese sitio sin eco. No digas que tienes pena; ¡ya ves, sin labios! Nos atrapa, con su silencio, el mundo. Nos deja perplejos y la carne tiembla. Se redacta el instante que no será. Y solos, como un escuálido resumen, nos ocultamos el rostro desesperado. Ahora esta soledad es completa. Esa sala...
Un gemido, el escondite de tus orgasmos. La frontera de cuerpos que nos unen. Huidas de amor hacia la carne. Y las manos, las manos alocadas entre pausa y pausa. Escondidos en las sombras de la cama llevabas tu rostro y mi rostro como mensajeros, memorias del temblor y del tiempo. Un gemido, el escondite de tus orgasmos. La frontera de cuerpos que...
Mi barullo de lengua dando vueltas
Se cerraron las agujas sobre la nuca de tu cabello
sábado, agosto 05, 2017 Tu encendida boca extrema y tus labios de manzano. El sabor de dormir y la noche. Es sorprendente tu mirada migratoria. Se detuvieron los olores y tu piel se hizo poros. Se cerraron las agujas sobre la nuca de tu cabello; y mis ojos presos. La mirada de tus pasos. El azul del cielo. Las cosas extras de tu vientre. De repente el...
Solo veo en tus ojos ese desconocido misterio. Tus tramas, tus cruces, la belleza de cristal sin sombras. Hubo corrientes que tiraban de nuestro mundo, burlas de la vida, ocasos. Fui paciente con tus labios, ojo de duración infinita, ave sin nido y tristeza. A veces dices te amo como una sorpresa; te quiero, pero no te encontrabas. Encendías mi boca y luego...
Arrastrabas mi esperanza con pesadas cadenas sobre la plaza pública. Fuiste la bala encendida dentro de la carne. Quererte duele. Duele como un morir roto, como una apuesta solitaria a la vida. Si tengo que morir que sea en tus fragmentos. Te los fui robando a cada dosis de amor, previendo este momento. Tengo fragmentos de tu pecho, fragmentos de tu rostro, de...
Se mueven los ojos como recuerdos, pesadillas, temblor del seremos. Hoja seca sube por el árbol; tú, luz. Se me van las dudas sobre ti. Juegan, mientras, las imágenes con las fotos. Recuerdos quemados e inquietos. Juramentos olvidados. Más allá de la tristeza, más allá... plagas infinitas, impúdicas. Se enciende la carne en un morir roto. Se mueven los ojos como recuerdos, pesadillas,...
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Eres el lecho de todas las revueltas, las llamadas inacabadas, los acaso que nunca tuvimos. Insolente tú. Insolente yo. Fuimos cosechas nunca recogidas, anuncios de vida, y otras temeridades. Fuimos ese eclipse que nunca llega, ni anuncia el fin de las tinieblas. Estirábamos las noches negras como el que huye, viviendo en aquel tiempo del no me olvides. Eres el lecho de todas...
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