Las camas robadas

sábado, noviembre 25, 2017

En ninguna parte, en ningún lugar estuvimos. No sé ahora por qué te digo eso. Será por tu nombre. Será por mi boca. No hay quien la calle cuando de ti hablo. Con caricias claras. Con tu ombligo. Con las llaves de tus sueños. Con tus manos para hacer noche. Es usted o vos, la hierba que hierve, la cal blanca, mi paisaje. Vengo con todas tus camas robadas, súbitas, altaneras, y un poquito de aguardiente. Ya ves y me dices mi borrachera, mi hombría rota, desecho humillado. No sé si voy a quererte, así como yo quiero, loco, inconsciente, entero. Tal vez prefieras sudor y carne, sin tristeza ni pena, así ligera. Tal vez eres tú la del miedo, y eso que te dices valiente, cobarde, fría reluciente; y te guste lo sucio intranscendente. Eres vuelo sin consistencia de las marcas que te hacen. Eres mirada del paisaje de piedra, bosque primitivo salvaje. Tal vez me equivoco ofuscado, incongruente, tirano ciego que miente.

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