Mariposas marinas del oleaje

martes, diciembre 19, 2017

Éramos tan inestables como raíces en el agua, flotábamos en la deriva de las corrientes, mariposas marinas del oleaje.  Y no te tengo que culpar, ni me culpas; sonreíamos con ternura al saberlo. Era así, al igual que nuestro encuentro: fugitivo, queriendo sin querer y no queriendo. Nos avalanzábamos fascinados por nuestra presencia. No podíamos evitarlo cada vez. Nos arrastraban nuestras manos y nuestras bocas, ojos vivos sin sombras. Así, perdidos, estábamos hasta la separación. Venían después la rabia y el coraje y los miedos. Qué estábamos haciendo sino destruir lo que habíamos construido antes de conocernos. Pensábamos en los peligros que nos acechaban, en la violencia de otras manos, en el daño de los cuerpos. Recogíamos velas y quedábamos paralizados en los puertos como barcos sin mar. Hacíamos el silencio como si hubiésemos desaparecido de la faz del mar. Qué terrible temor nos mataba. Qué parálisis de los órganos y de la fuente del deseo. Parecíamos secos manantiales largo tiempo agotados. Pero nunca, nunca, el temor consiguió matar los sentimientos. Estaban ahí en nosotros silenciados como el volcán que hace siglos duerme hasta el próximo estallido de nuestras manos.

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