Crece y crece este mundo confundido; tiembla, llora, recuerda. En ti la lluvia crece, invisible. Tus manos llovizna, flotan en campos perdidos. La música de tus labios, llueve. La avaricia de las tejas, sueña. Allí suena la noche. Y llueve y llueve mientras la noche hace un repaso a los tiempos. Y pasan hambre del pasado. La noche entra entre líneas. Viene al pecho con sus alas vibrantes.
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Con tu nombre y un canto, nuestros cuerpos hacen orilla. Y nuestras bocas amarradas como una esperanza. Un real nacimiento se ensancha a la orilla de la alegría. Somos dos que se abrazan a la orilla de nuestros cuerpos, en ese mar negro de la ola de tus manos. En la luz del nacimiento. En esa loca danza. En esa boca donde los nudos se abrazan. Crecen los nudos como campos. Allí, en lo nocturno. A la orilla del hambre: en la ternura de tus piernas enredadas: tirabuzones, uvas, parras. Nos miraba hambrienta la mañana. El deseo nos rodeaba, en el calor desesperado de la flor que crece.
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Amor a ti como milagro
Hasta ti: noche, mano necesaria, grito de mi existencia
lunes, enero 26, 2015¿Quién soy? ¿Quién eres? Diría: un día; es decir: un día de estos somos, o somos el día, cada día, eso. Eso que llena al mundo: lo hace respirable. Somos el tratamiento contra la angustia mañanera: un sorbito de limón caramelo, un trópico continuo, un verano de manos. Me dirijo a ti seguido de mi quebranto, uno de esos días que es un lugar. Aquí, un lugar seguido de un lugar. Hasta ti: noche, mano necesaria, grito de mi existencia. Tú afirmas lo último: crees y crecen las cosas. Soy a ti conciencia, nombre; y fuera de ti, sin rastro. Cerca de ti, de tu sombra, de tu campo de gritos, de tus gritos primeros, de tus manos sobre la bicicleta. Y respondo gritando, con voz pronunciada, a la lengua de tu fuente. Y respondo a la vida de las raíces, a su revelación, a sus jugos, al mundo, a la lengua del mundo, a los poetas que en el canto murieron, a los encerrados misterios, a los siglos caídos, a todos los nombres (a aquellos que se olvidaron), a los corazones muertos, a la tinta, a la sangre, a la última llegada, a todos los caminos, a la entrada del universo, a tu nombre en la mano, a tu siendo perpetuo.
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En ti dentro fluye mi boca, brillante y reluciente; por eso, noche: sonrisa de la sombra. Esa sombra es una trampa que permanece, en tus brazos se viste. Y su hambre sobre tu cuerpo tiende. Mis brazos entonces te visten, ponen su carne de alimento a tu esperanza devorada. Devoran tus ojos el vacío de la muerte, el duro vértigo del hueso, la voracidad del hambre. Paras la luz que entra por los huecos de la carne. Los jugos se secan, absorbidos. Los ojos se derriten. El vacío llena al vacío. Y después, silencio. El silencio cruje. Piel resquebrajada, ausencia de grasa en el mundo del silencio. Extravío, grito, negación. Fruto de la negación, semilla hueca. Allí, sola, la ausencia del mundo. Ya sin nombre, te busco. Tú, de cuerpo abierta, los ojos caídos, aún esperas. Y el mundo no está: desaparece en tus pasos de sombras.
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Te veo en tu ventana del tiempo esperando las estaciones, suplicando a las horas. Te veo en tus silencios, a pasos, siempre en voz sin resistencia. Eres duna acabada y reposo; ventana-boca, mirada. Esos mudos pasos. Esos montones inestables y sueltos detrás de la ventana. Entrégame a tu olvido, al amor, a la vida. Pierdes el paso del viento y un día acabas en el reposo de la sombra, tu ventana de tela cediendo a la belleza del aire. Y cuando todo sea insoportable cerraré la ventana, los cristales, las puertas y el mañana. Viajaré como polvo suelto, aire, sí, aire. Tengo el corazón de arena hasta el vientre, arena suelta y seca cayendo. Me hace duna y desierto, piedra prisionera. Tengo Lunas colgadas por dentro del pecho, Lunas de silencio de piedra. Curvas de plata cubren mis costillas. Curvas derramándose: sombras troceadas de mis entrañas. Líquido interior de las sonrisas caídas, fluyen dentro confundidas.
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Apenas vuelve la noche y se descuelga.
inflamada/
sierra del tiempo/
sombra labrada/
cuelga ahuyentada/
como arma del tiempo/
giro del espacio./
Crece la fuente de hierba nueva/
dejando en el cielo huella/
crecen chozas de tristeza/
nidos de espanto/
plumas nuevas./
Amaga la caída del mundo/
destruye con toda su tristeza/
ata lo desecho./
Huye, por la espesura huye.
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De vos, de mi misera, de mi exilio en ti existo allí clavado, de la otra vía a prueba. En fin, sea. Sea recordada la hierba, la menta, de tus labios, digo. De esta púa del invierno, de este dolor del espejo, en este costado clavado. La culpa del homicidio tuvo los días troncados. Este invierno se me clava. Debido dolor. Y al mirarnos se quita el silencio. Ese abismo empezó hace tiempo. Me desfallece, derrumba terreno. Fuego seco contrario a lo que crece. Amor a dos cuerpos: a los nuestros, a los juntos, a los iguales y contrarios. Al alma que en la orgía secreta decrece. Tal vez ahora esté ofuscado y suene extravagante. Es un sueño esto, con su lengua retorcida. Un lenguaje quebrado que no calla. Un redoble de los viejos misterios. Ya ves: el reposo de la razón herida. Vieja llama que alumbra y no calienta. Y si quieres aquí la callo.
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¿En qué he quedado? ¿En cuál presente? En el lamento. Me opones siempre tus defensas. Vertido en tus ojos. Tuyo, mortal y enamorado. En tu mirada que excede cualquier maravilla. De mí mismo antagonista. Dulce exilio de esta noche. Sola tú y fuerte, mi consejera. No estás sola complaciéndome, ni lo mereces. Estás en este espejo, flor de tu mirada.
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Mi barullo de lengua dando vueltas
Cuando cruel me miras como si fuera una parte
martes, enero 20, 2015Cuando cruel me miras como si fuera una parte del árbol que nos hace. Un sitio, un cuerpo. Un obrar constante. Un estar yendo y viniendo, a tu alrededor siendo. Un proveer nieve para la lejana cueva. Está lloviendo; y lo sabes. Es marina tu tierra. Tu rostro esperado, nube. A la altura de tu belleza, sonrisa. Mas, mano a mano, templada aurora, occidental mirada, eres, sin navegar, arte. Enojoso, vertido, hijo de un suspiro soberano. Y se quedó aparte solo, quejido.
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Mi barullo de lengua dando vueltas
Si el corazón es un tejido desenvuelto, viejo y unido
lunes, enero 19, 2015Y si al caer en el amor me confirmas que el amor existe como un agujero en la vida, en él, gracias a ti, creo. Creo en tu albergue, en el tener a la lejanía sumisa. ¿Y dónde ver de mí aquél que ya no existe? Yo querría dulce sorprenderte, sin duda; como un sitio que ves, que crees. Me tenderás la mano a lo lejos, sin duda, desnuda. Bien creo que no estoy lejos del toque. Dile a tus huesos, dile, que esto es corriente del muro de la rama de la encapotada lluvia, del afluente que vuelve. Que el impedimento no se lamente, que la vía no sea obstáculo, que los ojos no sean velo, que no se inclinen tus ojos. Quita esa mano blanca, quita; escollo de angustia. Quita esa cuenta de las horas, atenta. Que tanto mirar huye, ahuyenta. En adelante, eres un lugar. Me haces frío y escala, vara del tiempo, copia de los sentidos. Luego, he tardado. Sin ir más lejos y acercarme. Y volver y huyo. Y verte a ti incalculable. Y librarme del miedo y de la prueba, de eso que destruye. Del corazón despejar el miedo. Si el corazón es un tejido desenvuelto, viejo y unido, atrapado en el ruido. Si se acaba luego y un hilo. Mas si se acaba la obra luego en aquella sombra de mano. Mas si al abrirme te hice costumbre, y sitio. Suspira árbol hermano.
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Si el dulce sitio de tu cuerpo me confirma tu existencia y en ti por él creo, aún a la vida crucificada, aún en la duda del real abandono; y si la contemplación de los ojos de la despedida lloran frente a mi herida repetida a través del cíclico tiempo, en ese amor sorprendido veo ahora más allá de las palabras. Me bajas del reclamo al cielo. Toman las manos del suelo sábanas. En el amor de la rotura de esta noche, aparece la desdicha inerte. Nos entregamos al silencio de la tierra. Contamos las noches. Vigilamos las puertas del tiempo infinito. Sabes que estoy despierto y mudo. Sabes que te miro sin palabras. Ignoras a dónde he ido. Me nombras. Existo. Corre la palabra sobre mi existencia. Corre el libro de mano en mano. La verdad se hace carne. Y el amor, sorpresa.
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Que al llanto llamas con todo el dolor disponible, Que al corazón lloro, Que el dolor me incita, Que la razón nada puede. Corre la guía como una pena, extremados los ojos, pendiente el castigo, guiada la seda de la araña nueva. Corre las trenzas de la envidia nueva, serena, encendida, imprudente. Corre el tiempo infrecuente, quitando olvido de la herida, polvo de ángel lastimero. Me induces estas manos. Me tomas el proceder de los brazos. Me consumes como ninguna. Ahora sí me introduces con tus manos sutiles en este mi pecho ardiente. Fui por ti del despertar privado, hora tras hora, de la esperanza que se confirma y se desmiente, del albergue, de la cama, de la sopa de noche. Y me toma en frío el cuerpo despierto, cae sobre la piel dulce, tendido su sumiso dolor sobre la piel inmóvil. Dulce sitio: el reflejo de la pequeña ventana cuadrada toma cama como una mirada de noche. No hay sueños sino terror. Manta sucia piojosa. Almohada de muchas caras. Orinal de olor caliente. Cae una gota al suelo. La madera la absorbe. Salen restos de resina. Ambos la nariz del insomnio toman.
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Collage impresionista puntillismo
Y no soy uno: soy yo y uno, y dos, y, como el amor, infinito
viernes, enero 16, 2015Y no soy uno: soy yo y uno, y dos, y, como el amor, infinito. Te llamo, sutil y lloro. Te llamo a la ufana prueba, al corazón que incita, a la mirada amante. Tal es la emoción, dentro, extremada, tal como una pena seca.Y al llanto ama, y llora y ama, y está perdida. Al llanto digo, al corazón, a la pupila. Me incita y llama la mirada con el sentir dentro como un castigo.
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Mi barullo de lengua dando vueltas
Raro es mi placer ingenuo, raro y frecuente
jueves, enero 15, 2015Raro es mi placer ingenuo, raro y frecuente, como el querer de las cosas ideales. La realidad se lo lleva; mi humor lo trae. Ambos pelean sobre los músculos del corazón. El ring se ha puesto paralelo, frente a frente, las gordas cuerdas a un metro. Uno da golpes; el otro cae. Sube, su posición retoma sobre los músculos, y se prepara para seguir el combate. El tambor del corazón bate el ritmo de la lucha.
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Amor a ti como milagro
Se me volvió tenebrosa la duda al descubrir tu secreto
miércoles, enero 14, 2015Me escondes todas las miradas que a ti llegan, en el recordar y en el presente, jubilosas y de penas, ágiles presientes. Se me volvió tenebrosa la duda al descubrir tu secreto; ni temeroso llego a controlar lo inquietante. La mejor parte de ti me has dado, detrás de la muralla. En ese recinto todo calla. Allí soy una parte. Me conduce el dolor de lo descubierto. En tu alma empiedrado. Vidrio roto fuera, ¡claro! ¡Quién supiera lo que tu corazón encierra y lo que en él es deseado!
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Y aquel sordo amor que se llamaba despedida. A él le pido que se acuerde, que me llame, aunque sea casi nunca. Le pido que cese en su cruel partida, que se mantenga a tiempo vista. ¡Fue tan débil su confianza! Fue una ruta dulce que mantengo viva. Que sea mi demasía, mi espacio inminente, mi pensar suficiente, lo que llega. Flaquea mi alma, separado. Aletea la tristeza. Los ojos subsisten. ¿Y si no dura este estado? ¿Y si mis llaves se afligen? ¿Y si el mundo desaparece?
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Vas midiendo mis huellas. Y tardo, y tardo. No sé hallar el camino que a ti lleva. A la vista me confío como testigo. Mas como un peso odiado del olvido me pesa, me lleva a tal paso que la tierra ante mis pies se cierra. Barca de sangre voy casi siendo pasado; sorda nunca te acuerdas del corazón que te bate. Hilo de vida fastidiosa, terminada en la partida, espesa, líquida, pintas por dentro las venas.
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Vas a campo abierto regado de tumbas, midiendo con los pasos la carne desaparecida. La vista en el suelo, las manos encogidas, los ojos saltando los huesos durmientes bajo tierra. Crujen bajo el peso, abren sus bocas, gritan. Tapo mis orejas con las palmas de las manos duras. Alguna vez, mi zapato rompe la tierra; sale comprimido un vapor subterráneo. Baña mis rodillas, mi vientre, a mis pulmones llega. En mi nariz queda impregnado el horror indestructible.
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Ya; ya vas descalza sobre las brasas de esta hora. Ya vas con el corazón abierto al sueño. Menuda, como un dolor abierto. En ese cambio de ojos que me da esperanza. Tras tantos años de espera, me ves aquí llorando. ¿Me has olvidado? Me has olvidado. No me has olvidado. Perezosa. Después tú. Después el tiempo. Por soportar la sombra de la espera. Sí, yo esperando.
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Se queda tu voz descolorida al verla circulando excedente en el cuarto de los nidos. Me habita en su resplandor girando. Cuanto más me acerco y veo tu voz como mi esperanza, más guía mía eres, más grave y larga, más eternas nieves. Porque caerán las risas y los llantos, la piel y la pena; caerán los vanos claros del tiempo, frecuentes, dudosos y menudos.
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Collage impresionista puntillismo
Se queda el nombre que te habita, reunido.
miércoles, enero 07, 2015Mas por qué son tan oscuros los designios, ya de por sí sombras. Huyen los puntos con sus ojos cerrados, se derriten como los brazos de las raíces. No se vieron, no se vieron como nieve, no tuvieron lo que conduce al laurel. Temo que se muestre mi piedad en los ojos, que el calor me traicione. Que la faz yerra más que el fuego. Más nudos de ira lloré que alguien que tuvo mil años. Ahora, en otra parte, antes del tiempo, se queda lo que de este mundo excede, se queda el nombre que te habita, reunido.
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Me cayó un rayo y de ser rayo no estaría vivo ni terminado. Terminado como un intento, terminado como se termina el viento. El viento se altera y se elogia; desfallece y se deja; se pone como sitio del recuerdo; se pone como intento; se pone a leer en el pecho; se acuerda; ve en sus ojos; duerme como un amor lucido. No hay prenda oculta para una joven verde, y fría y blanca, con el cabello de los años que le golpean la frente. Irán sus pensamientos a la orilla verde, a arder como el fuego. Mas el tiempo huye como la llama, hasta que cierra los ojos.
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Se me
cual yo
ha habido
por sí sola
a sí volvía
no a ella
le pido
que
es verdad
en su camino
nave viva
suave
acompañamiento
de aquel
que en su seno fue elegido
cuando el muro del parto
descendía
aquí, verde,
aquí, conservado,
como hoja de piedra
cae sobre tierra
terminando en viento.
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¿De cuánto amor está hecho mi sufrimiento? De lo que he sufrido, de lo aún, de lo que me llega hasta el pecho, de lo que me cura, de quien me muerde, de la que sin piedad me mordía, de la que no tiene venganza, de la aún, de la que me tiene enamorado, de la que habré sido, de la me tiene en contra, de la que es humana y sin orgullo, de la del paso, de la echada, de la que lleva mi llave, de la interrumpida, de la que es mi hora mi día en blanco, de la vista atenta, la que expulsó, la que corría, la que al amor me expuso, mi nueva raíz, la que tiene el alma advertida, la que fuera es bosque o leño, la que es lágrima dolorida, la que me ahoga por el lado izquierdo, la justa afligida, la que a veces se vuelve discordia, la que cansada vuelve a sí, la que es camino querido y nave, la que tiene más cielo, la de la espalda liberada, la que hizo mi pensamiento, la que... está hecha de mi sufrimiento.
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