Amor a ti como milagro
Volví a la orilla de tus labios desde el aislamiento de la espera
miércoles, junio 29, 2016
Volví a la orilla de tus labios desde el aislamiento de la espera; estaba allí ocupada la planta baja de tu lengua, ¡y qué mal tiempo el tiempo de su ausencia! Estaban los poemas de amor de mi lengua en tu lengua escrita, para ella, para el placer de tu garganta.
Se acerca el tono de tu voz. Me complaces; regresas y me complaces. Atardece en el camino. Sostuve tu oscuro brazo. Hace mal tiempo por delante; es la red del fuego que nos espera, se desliza, en su ligereza, hacia el presente. Veo como se acerca su orilla, hace pared y muro.
Los gritos del agua. La habitación de la Tierra. El cercano mar. La multitud en el olvido. Y entonces, nos rodeaba la tarde. Quedaba todo lejos, lejos e incomparable. El corazón devoraba al desierto. Nadie sospechaba de nuestra presencia. Entonces, algo miente. Se nos puso el corazón vacío por un instante. No hubo indiferencia, ni sus latidos. Fue un por ahora en la curva del tiempo, en las escenas de nuestra memoria. Las ventanas se pusieron a recordar, con su voz imposible.
Para tu salida nunca estoy preparado. Otra vez dejaste debajo de la cama lo que piensas. Tu pelo como perlas corren por el suelo. ¿Por qué vienes y te vas tan dulce como el si nada? ¿Por qué te olvidas de mi teléfono? Me envías el perfume fresco de tu cuerpo y luego vas a olvidarte.
Vuelvo al hueco de tu boca, a tu camino, a tu mente. Había, entonces, por aquel tiempo, noches frescas, miradas sublimes y hermosas. Nos hacíamos jirones los labios, las manos hinchadas, mendigos de avaricia. Porque sabes que te quiero como el que quiere y respira. Amo tus manos mientras caminas, tu fe y tu noche. Amo las horas que paso contigo y tu cama. Amo cuando te pienso como se ama a la gota del néctar.
Mi barullo de lengua dando vueltas
De vez en cuando compro recuerdos en la tienda de al lado
sábado, junio 25, 2016
De vez en cuando compro recuerdos en la tienda de al lado, les hago un hueco en mi mente y me echo a dormir para que germinen en mis sueños. Entonces despierto nuevo; como si hubiese vivido otra vida, con más emoción y dramas. Venían en el lote amores de todo tipo: románticos, sexuales, locos e irreales. Así que estoy contento porque tengo memoria para un rato.
Amor a ti como milagro
Tu lengua es un nómada que busca refugio en mi campamento
viernes, junio 24, 2016
De vez en cuando, cuando los recuerdos crean huecos me acuerdo del fondo de tu lengua. Me sonríes por esto que te he dicho. Crees que exagero. Pero no; nunca exagero cuando hablo de tu lengua. Tengo recuerdos de haber navegado sobre ella, de haber surfeando sobre tu saliva, de patinar sobre las láminas de tu deseo. Nunca exagero sobre los viajes que hago por tu lengua. Tu lengua es un nómada que busca refugio en mi campamento. Se recuesta en la tienda de mi boca y haces sueños mágicos de las mil y una noches que duermen juntas.
Amor a ti como milagro
Iba ella contando el ruido para quitarse el sueño de Luna somnolienta
jueves, junio 23, 2016
Bailaba toda la noche mirándote a los ojos. Bailabas en tu patio desnuda. Me hacías movimientos de la noche. Entonces, andaban por la calle cuatro perros buscando apoderarse de la Luna. Iba ella contando el ruido para quitarse el sueño de Luna somnolienta.
Hablábamos del tiempo de arena, del viento que nos hace, del mar y de tus caderas. Siempre fuiste indefinida, con tus largos paseos silenciosos. Tomabas calles viejas. Andabas sin saber que se andaba. Las tardes solas. Los edificios miraban. Las paredes como sombras. Alguna vez que otra mirabas por una ventana. Cerrabas los ojos e imaginabas.
Te conocí en el nido de las calles. Andabas bailando con los brazos al aire. Pero nadie reconoce al mar si el mar es ciudadano. A veces sucede en el amor cosas así, insólitas. No te dije nada porque estabas de incógnita. Pero tú me tomaste en tu largo paseo y fuimos dando brazos al viento.
Por momentos el dulzor de tu boca llega a mí mojado. Se hunde entonces tu deseo en mi garganta. Me parece grande como tus ojos. Se escurre el sudor por tu cuerpo y hacemos cama de cera. Hay momentos alrededor de la tarde que los árboles nos hacen sombra. Tus brazos apoyados en la tierra sostienen tu cuerpo sobre mi cuerpo en el que eres bien recibida. Se celebra el otoño en tu pelo sin primaveras. Como siempre el ruido más allá de los arbustos pasa con su aire de no molestarnos. Conoces bien mi cuerpo a ciegas. Bailas sobre mi vientre como si hubieses encontrado tu aposento. Te agitas el cabello con las manos mientras se abren tus axilas a mis ojos.
Mi barullo de lengua dando vueltas
Los olvidos estaban con los labios hinchados
domingo, junio 19, 2016
Compraba el calor. Cerraba las ventanas. Abría el aburrimiento. La almohada estaba sola y ausente. Faltaban las impresiones de la noche. Una mezcla de sopor y de memoria llenaba la habitación. Las manos entumecidas. Se mezclaban las cosas. Los olvidos estaban con los labios hinchados. Momentos de indiferencia mojaban la cama.
Mi barullo de lengua dando vueltas
La lengua es un colegio lejano de sal que aún tiene sus heridas
sábado, junio 18, 2016
Sudor y manta, y sequedad del tiempo. La lengua es un colegio lejano de sal que aún tiene sus heridas. Aún esperan despiertos los recuerdos con sus lagañas mientras la madre de la lengua consume los ladrillos de la cama. Espera; esto es un flashback; no puedo estar soñando esto. Compraba un bocadillo en un camino polvoriento. Era primavera u otoño, y sol. Las sombras aún no habían vuelto de la noche. Se descabezaba la mañana. Las ranas estaban sedientas. Y un verde mojado, tal vez, decoraba al campo. Se había quedado la concentración en la cama. Los zapatos andaban arrastrando. La cartera parecía una gran piedra a la que nunca conseguiría subir. Los libros los habían escrito los egipcios; Champollion me ignoraba. Iba el día con calor de banco, silla y dura mesa. Iban las horas a pasar las páginas. Las ventanas estaban tan altas que los ojos solo veían muros. Olía a pies y cuero; en invierno a la humedad de los cuerpos venidos de la noche. Alguno tocaba los mocos con la punta de la lengua. Otros sostenían libros de rodillas, cara al muro y en silencio. Una vara larga indicaba cada signo de la pizarra. De vez en cuando se oía un castigo de carne más allá de las miradas bajas forzadas. La media hora del patio vigilado no parecía suficiente consuelo para la otra mitad de la mañana que quedaba. Era necesario comer garbanzos del duro campo para volver con valor por la tarde. Tal vez la grasa producía otro tipo de somnolencia; y las tardes parecían más cerca de la noche. Cien veces el error fue copiado más de cien días. Y los doloridos dedos se tapaban bajo la manta.
El amor amenaza con salir por donde no sale el sol; rodea tu cama, hace la danza del velo, y promete placer eterno. Ya tuve la fiebre de tu perfume. Ya tuve tu carne en la boca. Tu saliva y líquido recobraba. Chillaba la cama como gatos negros en celo. Se movía el techo como una manta al viento. Y la sequedad del aire se humedecía con nuestras lenguas.
Recogí mi desidia y anduve bajo tu mirada. Estabas preocupada por las preguntas que te habías hecho. Hubo un tiempo en el que te habían tragado los cristales; un tiempo de soledad de calle. Pasaba la gente como si nada; los coches como si nada. No llevabas ni reloj ni agenda; el pecho encogido. El efecto del amor se estaba pudriendo. En los cafés, tras los cristales leías. Una plaza, una calle, y vueltas. Las puertas guardaban los portales. Todo fuera de la ciudad estaba lejos. Reconocías tus pasos en cada acera. Tenías el futuro de los bancos. En sus jardines húmedos habían sombras; sus enfermos ruidos no decían nada. Estabas en la fiebre de los pasos. Y más tarde en la memoria la infancia eclosionaba. Era un interior como la yema del cuerpo, un contrabando de la vida.
La vida sin dejar pruebas deja rastros. ¡Qué digo! Una contradicción más. Esta no es culpa de la razón, sino de la vida. No es error de cálculo, sino cálculo de la realidad. ¡Pero qué hago yo aquí hablando de razón y no de amor! Es, sin duda, culpa de la locura que me produces, de la tuya por amarme. Dónde vas con esa sonrisa parte truenos, con esas manos de agua, con esos pies de arena. Ya te estaba mirando cuando venías entre árboles y el jardín más cercano, mientras yo perdía la cabeza con descuido. Me estaba cambiando de ojos para verte. Estaba recogiendo las hojas del libro, de este que presenta las ideas como si fueran verdades. Menos mal que no me conociste antes: puesto que antes era aún peor. Llevaba las greñas del tiempo, poca cabeza y mucha estima. Volaba la imaginación sin trabas. Aunque, tal vez, ya entonces, buscaba, sin saberlo tu mirada.
Ahora todo es noche, noche donde se comprende la inocencia. Ahora voy a contar tus rastros, tus tragos, tus besos y otras cosas. A esta hora la vida sigue sin ser reconocida; va mirando con desconfianza las sombras. Parece una gata triste y abandonada. Se acerca a cada puerta con la desconfianza de lo desconocido. Se asoma. Sin entrar mira; de sus ojos sale luz de sombras. Recorre cada rincón como buscándote. Huele, mueve el rabo, se restriega. Va mirando dentro de los zapatos. Y sale.
¡En la puerta! ¡En la puerta! Era domingo y hoy te veo. Estabas en ese instante de la belleza. Me buscaron tus preguntas. Y lo irrisorio de mi iris, viendo siempre las mismas cosas, no supo, no pudo tomar tus reflejos. Hay que decir que por todos lados eras costado, costado y curvas. Y es, sin duda, difícil al ojo verte completa. Más allá de la mirada tengo que decir que desde siempre supe de mi ignorancia. Más lo supe contigo: la bella y complicada. Eso dicen pero no es así: es que yo soy muy simple; simple como una inocencia; como el agua que fácil corre; como el aire sin complicaciones. Simple te llevo conmigo. Simple en tu mano. Como un trozo, simple. Simple y de ti seguro. Mezclado con el tiempo simple. Expuesto al tiempo que me dejas. Crecido en mi invento, voy en tu tiempo escondido, en el sufrimiento de a lo mejor se acaba en la claridad de la noche.
A esta habitación no le queda mucho tiempo, ni para el azar ni para la muerte. Tal vez se abra la puerta y entre la búsqueda y coja lo que se le debe. No estaba decepcionada de la libertad de las calles. Se abren los escalones y por las subidas rezan. Vienen a buscarte. Viene el desconsuelo; solo viene.
Amor a ti como milagro
Si por azar vuelves, como el azar acaba, a veces, con las primaveras
viernes, junio 10, 2016
Tal vez no sea la habitación la que se queda. Tal vez. Si por azar vuelves, como el azar acaba, a veces, con las primaveras, si por azar vuelves, he puesto un tiesto de flor vacío en la terraza. Lo riego con la humedad de la mañana y con el relente. Lo veo crecer en su nada. Le hablo para que mire la puerta y cruje con nerviosismo como si supiera.
Muda como la montaña de donde procede la sal y el viento. Vine par reunirme contigo y tu esperanza. Escuchaba tu cuerpo como palabra plena, como puertas abiertas a la vida. No sé hablar; sin ti no sé hablar. Sin ti, todas las habitaciones quedan lejos.
La luz es una victoria sobre los enemigos; la serpiente, un monstruo dormido. Es el agua sagrada de arriba una promesa. Uno al Tiempo la vida en una alianza inseparable. Y la revelación de lo incalculable se hace firme. Nacen los días del calendario de los muros. Prometeo declara el tiempo del sacrificio.
Se ha enfriado el silencio. Me hace preguntas de hielo. Me responde resbaladizo. Se hace la boca muda. Y yo, en el proceso, recorro las calles sin destino ni obra. No hay multitud, sino repetidas insistentes presencias. Le pregunto por mí a esos extraños como si ellos supiesen el sentido de mis pasos. Son ambiguos, serios o sonrientes; como si ellos ya hubiesen vivido algo semejante. En estas ciudades no hay ruidos ni movimiento; solo mi cuerpo marca la diferencia. No hay sudor tampoco. No recuerdo si beben agua. En la taberna, tal vez, alguien cumple con la función; función de representación, tal vez. Las camas hacen de parada; las ventanas de huecos-vistas.
Y alguien nos dijo que iba a venir la vida. Vino la noche y sus olas. Vinieron tormentas de piedras. Vino la vida y contigo. Viniste con la gracia de la sonrisa, una sonrisa como si no fuera nada. Me amaste en noches precipitadas, en la sorpresa, en el cuerpo, en las palabras. Contigo hubiera podido descubrir el mundo, ese que no existe, y otros.
Duermes en mi cabeza, duermes. Duermo en la jaula de tus brazos, como aquella playa duerme. Caduca el atardecer. Toma la ola la orilla de tu mirada, va y vuelve. Alguna vez te dije te amo con la boca pequeña por miedo a que el amor me desbordara. Duermes como un amor inducido por el olor de la noche. Y tu cama, campo reluciente, hace conmigo arena.
Me salen los sueños despedazados de la cabeza; ese es el dormir del alma inocente. Me pueden arrebatar las causas del mundo con su ilógico remolino; pero me alimentan la gracia de la vida. Y si sueños son, son de la vida sueños.
Desde la distancia crecen las ocasiones y desapareces. Desde allí duermen los sueños, respiran y, de repente, lucen como águilas negras. Salen los celos del dormir como púas de escorpión ardientes despedazando las ilusiones que nos quedan.
Envidia de tus ojos. Siento envidia de tus ojos que te ven cuando duermes en lo más profundo de tu alma. Sin ti la Luna se hace agujero, desprende sus piedras sobre mi cabeza. Y sufro. Y sufro en la ceniza blanca de tu ausencia.
Como un agujero la Luna vela. Murmura el Destino. Pero no creo que esta sea la soledad más grande. Me cuentas todas la infamias. Me das abrazos seguros para el consuelo. Me amas segura de la delicia. Y tus pies y tu boca son para mí un tormento. No niegas mi cuello, ni el llorar en retroceso. No es envidia de la Felicidad en lágrimas. Ella nos adora y sonríe, nos ama y empuja hacia el fondo de nuestra cama.
Con tus manos corres como agua de la huerta. En tus frutos veo el mundo. Y todo sucede llegado el deseo. Tus gestos no se desvanecen. Y desde ahora se borra el silencio. Era domingo y polvo confuso del camino. Mientras, las calles viejas pesaban. Confuso el silencio espera en la era. Granos, trigo, paja; un montículo vegetal sobre la tierra. Callo y hueles. Es el creciente verde que viene de la casa. ¡Espera! Te amo. Te amo fuerte como la noche larga.