Frases para no recordar
domingo, diciembre 22, 2013
La ciudad de cuatro patas.
Es un silencio que está por caer.
Remontar las escaleras de la Tierra.
Hueles a tiempo pasado entre nuestras ruinas.
Lo que se anuncia crea un lugar para ser ocupado.
Lo que precede ciego prefigura.
De los dos somos presencia última.
Me conozco en tu ausencia.
En tu falta yo mismo.
En la novela de tus manos.
Todo te lo digo como en un insomnio.
En tus labios como una cerradura no entran los sueños.
No he podido con este estio.
Verano de trigo y pan verde.
No es verdad que no haya sufrido.
Suena como un niño y es la verdad de mis sueños.
Siempre lloro dentro del olvido.
En tu cama aparatosa es tu boca quien me nombra y en ella caigo siempre sin nombre.
Me pides cercanía como si el movimiento no tuviera espacio.
Entre tus labios soy inquieto y cercano.
Por fuera del cristal con mis patas verdes.
Mis manos recorren tus sueños.
En tu alma duermo si me lo pides.
Te pido un campo ardiendo.
Tus deseos me narras como un poemario.
¿Dónde me abandonaste? Dime donde.
No lo sé. Me cuentan las palmas de mis manos.
Al nacer tuve un sueño donde tú estabas.
Las mariposas de tus uñas me comen.
Vuela sobre mí tu boca.
Te ruego desde esta soledad extraña.
La ausencia es leve como el aire y el azahar.
Los dados del aire y del color de tus manos.
Eres el umbral de paja por donde cruzan las horas.
Me lanzas el aire como si nada.
Se me cruzan las horas con la prisa del tiempo.
Y siempre y siempre, nadie.
En mi abandono, en tu voraz abandono.
Derretido, con mis ojos recien pintados.
No te toco en directo con estos mensajes atados.
Y esto es vuelo. Y te escribo.
Te escribo allí donde no hay nadie.
Si mañana no estoy, que sepas.
Te confieso mi alegría.
En tu cama, real; y tú no lo sabes.
Es lenta la sensación y la locura del miedo.
Me mordió como un beso terrible.
Jamás más allá del mar.
Ayer te vi como nunca te había visto antes.
Desacostumbrada.
Y echado en tus menos.
Y revuelto e ingrato.
Peligroso, cerca y breve.
Como de un corazón latido olvidado.
Acostumbrado a las paredes.
Conocía el apagado fuego.
Amigo y loco.
Frío y escapado.
Como andan tus ojos por el índice de mi casa.
La soledad metida en los ojos.
como un préstamo
de ti sinónimo
sin los rodeos de tu cuerpo
con tus manos de larga espera.
Se me abren las venas como barcos.
¡Maldito dolor! Que ahora espera.
Y desemboca flotando.
Se cerraron antes de romperse, tú y yo.
De errores espanto.
Nos miraron
como ajenos.
Los sueños, por delante, huyendo.
temblando y duermen en su continente.
pedazos de ausencia como relojes rotos.
recuerdan nuestras manos libres.
Ella era ya la sombra
que nunca duerme
y en un espacio infinito
me toma.
Amarrado, adivino.
lo que tu silencio me dice.
Allí duermen tus palabras.
siempre.
Se me abrió el temor.
A esta hora del cuarto oscuro.
Solo falta el alivio del fin del mundo.
Las macetas fermentan el agua del pasado.
con trozos de tus manos
infranqueables.
Entonces los gatos ríen con imágenes.
líquidos y aborrecidos.
que fue una historia de espejos.
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