Y veo tus pies en mi memoria. Tengo delgada la memoria de tanto usarla. Tierna y dolorosa, las cicatrices. Desnuda la vida y los recuerdos. Viejo el horizonte. Las hojas del volver. El ruido de lo visto. Cuando el sol hace de cubierta de mi cama. Cuando los cuerpos hacen nombre. Nadie conoce tu sonrisa. En torno a tu mirada. Con los ojos de frente. Huele tu larga piel. Cubres los puentes de la Tierra. Parte de mi mano empuja la Tierra. Fluyo como un pasado en tus manos. El olor me conserva la memoria.
Con tu voz en el aire. Bajo tus ojos. En tus lados del negro deseo. Hablabas lentamente y delgada en mi ancho pecho, en su sangre coagulada.
Sublime eres y arrojada, la casualidad de mi vida, algo cumplido e inestable. Jadea la noche. Eres camino y transparencia, Luna llena, color de mis ojos.
A veces te amo y otras siempre. Fijas de las playas la orilla. Eres voz de mar, mirada fija de los peces. Tu respiración me asombra. Tus ojos pasan borrados de inundaciones. Luego regresas. Escucho el agua bajo tu ropa, la marcha de tu ahogo. En tu voz eres aire, fuego en tu boca.
A veces te amo y otras siempre. Fijas de las playas la orilla. Eres voz de mar, mirada fija de los peces. Tu respiración me asombra. Tus ojos pasan borrados de inundaciones. Luego regresas. Escucho el agua bajo tu ropa, la marcha de tu ahogo. En tu voz eres aire, fuego en tu boca.
De este hombre eres lo imposible. Eres el pliegue de allí donde se acaba el mundo. Tu voz pareces y allí dejas rastro. La noche ya no corre. Antes lloraba ante tu transparencia. Han pasado dos tierras, dos mundos, y esta vida que pasa y pasa.
Tus ojos quieren tocar mi pecho, hundir sus manos en mi carne, quieren saborear la delicia de mi pensamiento; tararean, exaltados, la canción de amor que nos hizo; son rezo, impulso y beso, asombro del primer hombre.
Amor a ti como milagro
Fue entonces cuando tú desnuda perforaste la mordida de mi deseo
viernes, enero 22, 2016
Fue entonces cuando tú desnuda perforaste la mordida de mi deseo. Toca mi pecho, aquí donde mi corazón late. Nuestros dientes suenan a beso, nuestras manos a memoria. Pasan tus rodillas por mis mejillas, tus muslos y mi lengua. Somos boca y garganta, deseo.
Es cerca la cercanía en el movimiento de tu mano. A tu contacto contemplo
la belleza que me aguardaba en el mundo. En mi mente de arena una tarde, cuya longitud era fuego, vi tu presente. La habitación, en el filo de la cama, era una garganta profunda de amor y sueños. Fue entonces, cuando tú, desnuda, devoraste mi pecho como tu mayor delicia.
la belleza que me aguardaba en el mundo. En mi mente de arena una tarde, cuya longitud era fuego, vi tu presente. La habitación, en el filo de la cama, era una garganta profunda de amor y sueños. Fue entonces, cuando tú, desnuda, devoraste mi pecho como tu mayor delicia.
Miradas de ciego, obcecado y ciego. No supe cuando el amor estaba. Infatigable y desdichada memoria que vuelve contra los recuerdos. Se parecía al amor en calma, al subir y bajar de los sentimientos. Y ahora que me hablas, en el primer momento, surge el germen del recuerdo. Tomo cerca tu respiración y tu contacto. Tu brazo, tu vestido contemplo, tu olor ebrio y la longitud de tu fuego.
Amor a ti como milagro
Esa mirada desdichada de memoria se queda en los huesos
domingo, enero 17, 2016
Rico destino la noche. Sales huyendo cuando la angustia amenaza aquella tarde de besos. Eres enemiga de la indiferencia. La sombra de mi cuerpo te encanta. Y esa mirada desdichada de memoria se queda en los huesos.
La historia del mundo tiene una mano defectuosa: nos hizo separados y distantes, solos y distantes. Y a pesar de todo, el azar nos ha reunido. Ahora queda retenerte entre las turbulencias. Mira, amor: huiste . Esos son tus excesos: las huidas. Vuelve tu juego a repetirse. Se remueve la noche, se libera; y a penas, el destino se angustia. Noche presente: nido de víboras.
Amor a ti como milagro
He decidido llorar temporalmente; llorar de un llanto defectuoso.
viernes, enero 15, 2016
He decidido llorar temporalmente, permanentemente, con tiempo, con todo el tiempo; así, llorar en exceso, sin retenerme. Esta es la historia del mundo: llorar; hacerse feliz y llorar. Llorar de un llanto defectuoso.
Sin los mimos de tu lengua soy hombre muerto, y el amor, una lengua de hoja seca. Insaciable e insondable el abismo de tu hechizo, fabuloso, sin duda, perpetuo movimiento de amor y ola. Tu líquido cuerpo, la carne de tus labios, y esas manos de nocturnidad sospechosa. Como ves he decidido hablar de tu tiempo, de tu historia. Suele girar el mundo sin saber de ti. Peor para él. Yo te sigo a ti y a tus ciclos como ave esplendorosa allí donde reposas, generalmente entre mis manos.
Tu respiración tu silencio. El elixir de lo que piensas. Confiado en tu sorda mirada, imborrable. Prometida mano ya cumplida. Una grieta en el mueble. Un gesto del espejo. Otro lugar; y ya te has ido. Suave. El amor suave, dijiste, arrasadora. Ahora ocupas este lugar de la noche, este sitio de la lengua roja.
Ahora eres fundamento de la noche. Tengo costumbres vecinas; sabes! Tengo obsesiones imperativas; sabes! Y una duda que empuja; una duda insensata... permanece conmigo desbordada. Tengo ventanas grandes... con pupilas dilatadas. Y en el blanco de los ojos, tu calor arde. Tengo un instante para un instante, una respiración de silencio inexpugnable y este exilio a tu favor en el que te pienso.
Permaneces; a pesar de la bruma, permaneces. Permaneces en las noches solitarias y en aquellas donde eres la compañera de mis sueños en los surcos de nuestra memoria. De punta a punta, de ti de mí, de lo que eres. En este futuro apretado, comprimido, cerrado, cifrado, no tengo pies ni tendré memoria.
Amor a ti como milagro
La bruma de la vida: un tren invisible que te arrolla
domingo, enero 10, 2016
Como si conocieses la bruma de la vida como un tren invisible que te arrolla. No hables de las noches que no has conocido, no hables. Estábamos sentados en el umbral del insomnio. Nuestras mecedoras. Nuestros zapatos sobre sus pies. Un aire a vapor de tabaco. Grillos y tv suenan. Gestos desenfadados de olvido y otras nueces. No salíamos a la bolera donde la última vez no pagamos. Después de la próxima paga será. Tendremos que comprar antes la bombilla para el cuarto de baño y poner la que tiene en la entrada.
Todos tus nombres. Toda tu piel. Así tu mirada. Vino una especie de tormenta, su avidez. Vinieron tus brazos enmudecidos. La última hora llama. Vino la noche quemada: el tumulto del universo, un grito infinito, los pasillos de la muerte.
No puedes hacer nada por mí, por mi muerte, nada que la vida no haya hecho. En este mundo sin ventanas te avecinas. Alrededor de las olas tengo tu horizonte. Tu desafío de mar hacen trick con mis huesos. Y me defiendo del mar, de sus abismos, de los recuerdos dormidos en el viento. Aquí, encerrado, intuyo tu llegada solitaria, tus recambios del cansancio. He oído la piel de las olas, la respiración de las gotas del silencio, la lentitud de los granos del mar.
Meditan tus manos en mi memoria. Crean historias de encuentros perdidos.
Y nuestros cuerpos, y nuestros cuerpos, ilimitados como la vida, se abren a nuestros ojos. Sentados sobre el paisaje, vi tu corazón ampliado, pensando en otro, en otro lugar, en otra cama, en otras manos. Pronto aprendí a olvidar. Ajustado a la vida, pegado a tu paisaje. En nuestro mundo el cielo era un desconocido. Allí donde todo escucha se hizo un silencio. Escucha, amor, este es un corazón prestado. Este es el enlace, el nudo de todas las esquinas. Escucha, amor, los puntos cardinales, sus victorias, sus distancias, su pérdida. Ahora te hago un llamamiento que explota, una razón desconocida, una ceguera. Mis ojos muertos te esperan en esta parada del tiempo para decirte que estuve en todas las salidas. Mira, amor, el mundo de mi mano, sus ojos ventosos, su desgracia. Intuyo que aún no te has ido, que fue la ilusión del desesperado, que estás aquí presente, aquí al lado. Intuyo que se trucaron las horas, que entre días borrosos se oyeron puertas, gritos, portazos. Pero estás en algún lugar de esta casa que aún no he buscado. Estás allí esperando a que vaya, deseando mis pasos, presintiendo mis manos.
Y nuestros cuerpos, y nuestros cuerpos, ilimitados como la vida, se abren a nuestros ojos. Sentados sobre el paisaje, vi tu corazón ampliado, pensando en otro, en otro lugar, en otra cama, en otras manos. Pronto aprendí a olvidar. Ajustado a la vida, pegado a tu paisaje. En nuestro mundo el cielo era un desconocido. Allí donde todo escucha se hizo un silencio. Escucha, amor, este es un corazón prestado. Este es el enlace, el nudo de todas las esquinas. Escucha, amor, los puntos cardinales, sus victorias, sus distancias, su pérdida. Ahora te hago un llamamiento que explota, una razón desconocida, una ceguera. Mis ojos muertos te esperan en esta parada del tiempo para decirte que estuve en todas las salidas. Mira, amor, el mundo de mi mano, sus ojos ventosos, su desgracia. Intuyo que aún no te has ido, que fue la ilusión del desesperado, que estás aquí presente, aquí al lado. Intuyo que se trucaron las horas, que entre días borrosos se oyeron puertas, gritos, portazos. Pero estás en algún lugar de esta casa que aún no he buscado. Estás allí esperando a que vaya, deseando mis pasos, presintiendo mis manos.
En este año nuevo se ejecutan las nubes y el granizo, y la marca de las estrellas. Todas nuestras promesas incumplidas son pozos secos. Somos forzados de la memoria, manos expuestas al destino, un fuera del tiempo
sin gotas.
sin gotas.