Ella me hablaba
con su boca calcinada. Yo me quemaba. ¿Quieres vivir de este fuego? ¿Quieres
quemar todas las salidas? ¿Quieres la costra de esta sombra? Quiero tu
encierro, el agua de tus palabras, el sol de tu boca, tus ojos, tu nada.
Nos golpeó la
sombra del tiempo, nos hizo juntos silencio, nos hizo rumor y aliento de
sueños, nos hizo diálogo y puerto. Fuimos consuelo del viaje, golpeada duda.
Fuimos el callar del cuerpo, nuestros nombres borrados, el olor de la salida.
Fuimos el antes de las palabras, el “solo puedo hablar por tu boca” en nuestras
bocas calcinadas. Y ahora, después de todo, el hablar me quema.
Amor a ti como milagro
En el chorrito débil de tu boca el rumor tomó al sueño como puerto a ninguna parte.
domingo, septiembre 27, 2015
El chorrito débil
de tu boca, en tu vientre negro, en tus nidos huecos. En tus muertos
huecos, en las piedras del amor, en el poco de tus manos. En tus labios
dices la espera, en tus brazos abandonados el abandono, en tu mudo silencio
mudo, encontré labios de tormentas. En los ojos levantados ante la penumbra
vimos que la oscuridad estaba muerta. Nos golpeó la sombra del tiempo, nos hizo
cercanos, y el rumor tomó al sueño como puerto a ninguna parte.
No serán palabras
muertas las que como muros se queden dentro. ¡Te escucho, mi secreto! mi muro,
mi sangre! No será esta tierra mezclada y repentina el final de las cosas. ¡Este
hondo separarte! ¡Este dolor, esta hazaña! ¡Este hielo inadvertido! ¡Este
horrible peso! Todo se borra en nuestro vientre negro. Las aves como barrancos
y grietas de piedra. En la nada te miro pasión abandonada. En el nido de los
huesos, esas aves blancas.
De los tatuajes
del recuerdo… De nuestros cuerpos como mariposas azules que vuelan… De la
esperanza que se inclina… De la insuficiente sangre de la vida… De las suaves
heridas que se pierden…; de las que pasan inadvertidas… ¿Comprendes? Sí,
comprendo tu voz como nave. De las plagas que crecen. Del tiempo aclarado. De
torpezas distintas. De las lenguas que se afilan. Y pensaré… ¿Qué piensas? Que
tu palabra decide, me conoce, que tus palabras son acantilados en mi boca que
reciben el murmullo de la vida.
Y te acercas lejana
y rota con tus hijos futuros en el vientre. Y las ráfagas sangran, y se inclina
la esperanza. Y allí quieta con tu vientre pleno reclamas las heridas.