Es el amor cuando abrazas, cuando en ti me encarno, cuando los ojos me crecen como un canto. Y vienes de otra parte; y en ti me detuve. Tienes todas mis puertas. Mis manos te recordaban. Ciegas te dicen mis palabras. Y en tu cuerpo, la carne del aire se desnuda.
Eres leve como la mirada con la que me haces; y las noches sin fin de los tiempos antiguos. Me perdí en los círculos a través de tus piernas, en el futuro de caerse, en sus ramas deshojadas. Alrededor de las ruinas hicimos castillos de aire, tumultos vigilantes. Crecen y crecen nuestros cuerpos detenidos sobre los bordes del mañana. Tomábamos el flujo seco del oxígeno, el cultivo de la sangre. Y es el amor un abrazo en la cuna de tus ojos.
El cielo es una superficie y una sombra entre cuatro horas. Parece poco tiempo para tan inmenso espacio; Pero vamos: ¡Qué sabremos nosotros de eso! Yo digo y afirmo ( porque lo tengo verificado ) tal cosa. Ahora no vendrán las argumentaciones; porque en el amor estoy pensando. Por ejemplo, porque el amor es una ciruela verde jugosa por dentro y piel tensa. Y ahora entre cuatro latidos el amor es una sombra; una sombra que queda cerca y fresca; un tú cercana y fuerte. Ahora debo vestir una nota. ¿Con qué la visto? Con música, por supuesto. El amor es un árbol de sombra, que si no la tomas muere; muere de miradas perdidas en la noche. Ahora voy a ser leve como tiempos antiguos. ¿Y cómo se es leve? Pues como un círculo. Y como ya veo que ando en redondo, mejor me callo como me callaría cualquiera.
Delante de la mañana con la vida acabada y voz. La voz del silencio. La luz separada. El hecho hecho sueño. El puño cerrado de la fuerza. La boca sin aliento. ¿Y algo más? A tus labios adicto. ¿Qué te has creído? ¿Que he recortado la memoria? Sabes a encerrado; así, a secas, en la borrasca del olvido. Y alguna vez fuiste raíz hueca. Sales de las mariposas negras, del corazón de las hojas, del cuerpo de barro. Sales del ángulo de tu boca, de los árboles negros, del búho de la noche. Sales de la superficie del cielo y de su sombra.
Y la tierra brotaba en lo negro, empujaba sola borracha, se hizo movimiento. Así como las bocas solas, blancas, aisladas, muerden de amor oscuro... Supongo que me toca imaginar lo que sientes, tú, dudosa e incierta; tú, con tus preguntas extrañas y gigantes. Me urge tu futuro, como una edad acabada, como un hecho del sueño, como el silencio que la voz hace.
Que dueles como el dolor del veneno. Solo te pido tristeza... que aún no venga la muerte. [La cara extraña de tus ojos. El sitio de sus pestañas. El «cuelgue» de la luz caída. Y otra vez tu deseo me atormenta.] ¿Qué hacen los colores en tu cara? ¿Qué hacen los lados de tus labios? Allí lucen como tormentas. Espero a que amanezca. [Esas palabras desesperadas del destino. Tengo su nacimiento, su muerte, su calma.] Y en el fondo de la sangre, el uso del fuego. Mis manos, ofrecidas y quemadas. En ese «sueño-nieve» donde se producen las tormentas. Vivir contraído y caído, mordido por los sentimientos y la rabia; por intrusos oídos, oído; por orejas despiertas; en su estilo incansable de escucha. Aún perdura su charla en el ánimo del instante, en las palabras secas de su boca. Aún los coágulos negros hacen gestos; aún se arrastran.
Siento el amor, y sin embargo... los ojos, tus ojos, la sorpresa. Me he quedado en la herida, y sin embargo... la inocencia. He herido mi hermoso pecho culpable con el eterno reproche. Cordero de Dios del silencio, quiero ver tu mirada del sacrificio. Amén de este instante del cuchillo... amén del dolor terrible... se ciega la vida.
Amor a ti como milagro
Tiempo y pasado juntos, heridos los tengo en su desgarro
viernes, mayo 22, 2015Tiempo aún queda. Tiempo y pasado juntos, heridos los tengo en su desgarro.
En su ausencia ninguna mano nueva. En su ausencia caen los huecos.
Cuántas noches obstinadas de espera. En los peores mares de mi frente.
De tanta luz de tu boca, en su divagar divino, en su «sin embargo»,
en tus ojos hechos, en tu «quedado herido», me siento así inocente y quiero verte.
Sentí por ti y fui clarividente; y entonces tuve el amor claro, la dicha y el amor a besos. Fuiste el instrumento divino, sus ojos verdes, mi boca quemada, la espera tormenta, lo que no se apaga, el amor arrojado al tiempo, primitivo dolor, mi drama.
Mi barullo de lengua dando vueltas
Si alguna vez fuiste clarividente fue esta mañana.
martes, mayo 19, 2015Si alguna vez fuiste clarividente fue esta mañana. Entonces vino Dios y me dijo: «Hijo, estás vivo». Salí del sepulcro y anduve. No encontré ni un alma. Todo era vacío y silencio, calles desiertas y calladas. Tenía aún la herida sangrante; manchaba mi vientre; pies y manos doloridos; paso dudoso después de la vida.
Entre la elegancia frágil como un descuido, entre la almohada de tus sueños,
entre las caídas del tiempo, se hace lluvia al caer la letra, se hace alegría de espasmo.
He recorrido todas las fuentes sin ser visto. Al malentendido frío le he mordido la lengua, todos los labios lo reconocen. Hace frío: ya ves como siento en tu ausencia.
Mi barullo de lengua dando vueltas
¿Y ahora qué hago con la letra de tu máscara?
domingo, mayo 17, 2015Entre las paredes fuertes están las claves de la vida. Sus cerraduras son los ojos, aquellos que hacen metáforas, metáforas terrestres de vientres. Hay agua caída.
Hay descuidos de la vida. Hay fragilidad de los sueños. Hay tropezones del tiempo.
¿Y ahora qué hago con la letra de tu máscara?
Tiré mi mirada en tu boca. Se abre como un párpado carnoso. Despertó el sufrimiento en tu garganta. Exagerado, cierra los ojos. Desperté y yo estaba dentro.
Y me usas, absurdo, con tus mentiras de callada mariposa, con tus alas del silencio. Te recuerdo como al aire, como a los nombres sin sentido, como a la mirada que llega para abrirme la boca.
Amor a ti como milagro
En este ultraje de tus brazos desfallecen las marcas de la sangre.
miércoles, mayo 13, 2015En este ultraje de tus brazos desfallecen las marcas de la sangre. Nuestros cuerpos se rompen en esta noche imperfecta. Nuestros sueños se divierten, con sus mentiras nos usan con las alas de seda de las palabras, con el aullido de la mentira.
Tan perdidos los labios ahora en nuestras bocas desmienten a las tinieblas. Me queda algo por decirte: una última palabra, tal vez, un te amo de dolor, que hemos recorrido tantas veces... como si volvieran las sombras. Un te amo: secreto del silencio. Un te amo entre los dientes de la vida. Y me sonríes al caer todos los ultrajes, cuando desfallece el otoño de los daños.
Amor a ti como milagro
Se ensució el olvido, erróneo y perdido en nuestras manos.
lunes, mayo 11, 2015Porque duele al abrir el amor. El amor es un principio con patas cortas. En tu piel ofrecida, en el grito de tu entrega, en la bestia caída,... En el placer de los cuerpos, en la inmovilidad infinita, la opulencia de tu lengua quema. Y de pronto la escucha... la escucha del murmullo, efímera y cerrada, de piedra. Ahora, relucen tus pies que soportan la noche. (...) Se ensució el olvido, erróneo y perdido en nuestras manos.
Amor a ti como milagro
Estábamos como un recuerdo que se cuelga de los sueños
domingo, mayo 10, 2015Eres la puerta que sonríe a las dudas. ¿Ya no recuerdas las dudas de la ausencia? ¿Ya no recuerdas que estuve bajo tu mirada? A veces dudo si fuiste suave certeza. Dudo de haber estado en tu pasado, de haber incluso vivido, si no fuera por el malestar del cuerpo y tu imagen que la acompaña. Fuiste algún miedo, un «no sabría decirte», tú, mi íntimo monólogo. Todo empezó con un «te amo», con una tormenta de repente, con un «no te vayas». Estabas dispuesta a anunciarme tu boca blanca. Y tus labios sobrenaturales acabaron intactos. Otra vez fui de tu dominio. Otra vez fui tu experimento. Otra vez, tu lista negra. Y apareció la noche de la crisis, detrás de la casa. Fuiste fugitiva buscando mi cuerpo en el regazo de tu imagen, en el cultivo de mi pelo, en tu boca de almendra. Estábamos como un recuerdo que se cuelga de los sueños. Estábamos como un poema que sonaba en el horizonte, en contrapunto al astro maldito. Tiembla el recuerdo y te veo borrosa. Se abre el dolor con este ruido. Y a pesar de todo eres el embrión de mi existencia.
Hasta que se sintió la luz. La luz colocaba las piezas de la vida, allá, al fondo, sin terminar, allá, como iniciales, como anticipos del reproche del vivo sufrimiento. Allá «lo vivo», «lo negado», de la muerte el anticipo. Allá la negación y el reproche, la vida sabida ciega. Allá los grandes períodos del retorno, las perpetuas reencarnaciones. Las niego, las afirmo, me salgo y entro, me mortifico. Me mortifico, como y ayuno, pienso que no existo; y después de la sorpresa, constato mi eterna existencia, cruel, dura, e insaciable.
Mirabas el resto del día y del tiempo. Me quedé de mano seco y con eco en la boca. Y tú, alocada por tu parte, doblabas de mi cuerpo las esquinas. Como dos gatos febriles nos encerramos en la noche. Anticipábamos el tiempo. Comentábamos la luz del día. Y al fondo de la cabeza dejábamos sin terminar las iniciales.
Me gusta imaginarte torpe como agua en el mar flotando entre inventos, como una amenaza de tu piel seca donde se fuga el origen de mis deseos. Me gusta lo que dicen de ti las olas. Para hablar supe de manos, para arrancar tu desnudez hice vestidos, y ahuyenté monstruos del desamor y del silencio. Invadías mi alma en la cueva de mi pecho. Te esperaba con ese amor que lleva a lomos el tiempo... te esperaba. Y cuando estaba a un segundo del resto del día tú llegabas.
Ya hemos salido de la creencia de los silencios. En un lugar de tu cuerpo y tú solitaria. En un lugar del agua salada; y detrás de ti lloras; desnuda lloras; lloras sobre los mapas del destino, el nuestro, el tuyo, el mío, el nuestro,... sobre la invasión de los secretos. Es el momento de las horas siempre hechas. La sed es un sueño de la noche, una sed infinita vestida de agua. En las lagunas de mi memoria, en la intimidad de las marcas, en las noches de antes. Allí, cuando a ti te gustaba la lluvia y ponías tus dedos como renunciando a los sueños en la fantasía que miente. Y así nos ha tocado con su vestido negro con el primer beso de la infamia. Tu sonrisa se abre como una tormenta de fuego, libre como las almendras. Puedo imaginarte como agua mientras los vientos flotan en sus inventos.
Y duele; y es fácil la mentira del mundo. Y ríes como un insomnio loco.
Como si en el fondo de tu nombre me hallara. Chapotea sobre tu piel
y se estremece. Duele; tu belleza duele. (...) Ya sabes que inventaste el olvido.
Invisible amor de lo incierto. El infinito sale el mundo, sale de la arcilla y las piedras,
cada medianoche, hacen sombra. Fue el amor la primera sombra del origen,
su desvanecido silencio; y a través de la belleza creó los elementos.
Crujió la piel de las manos y el placer responde. Y tú, bailarina de la sangre,
te hiciste música de mis ojos.
Efectos de humo: mi cuerpo en el calor de los sueños. Estabas en mí para desmentir la ausencia, en mis palabras como orgasmos inauditos. Entre mis fragmentos, entre las tormentas cerradas de las calles, detrás de la nostalgia veo correr el invierno. Veo correr a las personas como si fueran carne de fruta mojada. Nace la fruta como una amenaza. Voy a entrar en el sillón de la lluvia. La humedad está en trance. Evité tu recuerdo y huyes. Me sonaron las manos. Crucé las piernas ante tu huida. Me alejé del frío de tus muslos / y se hizo la lluvia. La lluvia «era mirada». Sigue lloviendo cristales rotos. Estoy seco de huesos. Tengo palabras en la pared pegadas / que escriben al otro lado del muro. Se escapan «los manzanos blancos», los tiempos muertos de la Muerte. Las muñecas sentadas en el suelo de los pasillos. El núcleo del amor como testigo. La esclavitud gigante. Era un testigo enfermo muerto de miedo, un testigo con ojos contagiosos... ante los ojos de la causa. ¡Eh ahí la nueva inocencia! La actividad de las cosas. El viento asimilado a la duda. El silencio del futuro: la certera duda, el imposible. ¡Pero qué nos importa el vértigo del velo! Fue fugaz ese gesto / de la combinación de las cosas. Caen trocitos de universo desorientados en la inmensidad del vacío. Re-vuelan las hojas muertas como ocurre en todas las primaveras. Algunas tardes «sucede la noche». Un mundo dispersado y múltiple. Un equilibrio del día. La recogida del suelo. Los actos dislocados alejándose. Una cama entre la vida y la muerte. Un perder la memoria. Un partir del otro lado. Un invisible amor y desconcierto. Para ver más allá de la arcilla se hizo la memoria. Vislumbramos las piedras de la noche más allá del lado de lo invisible.