Pues no hay nada peor que las despedidas

jueves, febrero 15, 2018

La continuación. El sin irse. Pues no hay nada peor que las despedidas, el horror del abandono, el nunca vuelves, volverás, ya todo está perdido. Prefería que te quedaras y me mintieras diciéndome, aunque no fuese verdad, que me amas. Así podría, al menos, soñar, escuchar tus manos, rozar tu piel de vez en cuando, besarte si me dejas, y dormir a tu lado en la distancia. Podría hablarte y contestarte solo, darme yo mismo tus respuestas, acariciar mi cuerpo como si fuese el tuyo. Se intensificaría la mirada. Escribiría como escucha. Construiría caminos hacia ti, en esa espera del que nunca llega. Pondría astucia en mis dedos y en mi boca con la frágil esperanza de alcanzarte, siempre asustado por cometer un error y enfadarte. Viviríamos a través de las generaciones en un amor eterno de ensueño. 

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