Son los árboles subterráneos para escribir tu nombre, para allí ponerme, restar. Te miro. Te reconozco a cada comienzo en tu rostro despierto, en tu aliento, en la sonrisa que me das. A veces intemperie; a veces tormenta breve. Me tomas la noche y la haces breve, tortuosa y breve. Despertamos del hambre blancos. Comemos lo que nos queda del cuerpo. Y ya...
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Peligrosos son los sueños cuando estamos desnudos. Sobre el cristal se escriben con el vaho del tiempo. Son reflejos de mensajes que gritan desde el fondo, reconstruyen los agujeros del alma. Es la fuerza del espejo que se hace presencia, dentro del bullicio de las palabras. Es la verdad del otro mundo. Ya es tarde y antes del misterio, te vi surgir en...
Te espero porque sabes al tiempo que no tuvimos, a la dureza de la piedra, amplia y derramada. Fuiste aquel instante de constante olvido, aquella sombra en cuerpo presente, aquel sueño de caracolas. Y botellas en el mar, y remas, viajas como el cristal, y orillas, y arenas, y naufragios. Te espero porque sabes al tiempo que no tuvimos, a la dureza de...
Tiene el dolor cara de tiempo, material y espacio como las paredes que no se derrumban. Parece madera dolorosa que cruje al viento. Es la voz de la carne abandonada. Es el ruido de los huesos. ¿Oyes como empuja el sufrimiento? ¿Oyes como caen las hojas? Se hace la carne tierra, vacío y sepultura. Tiene el dolor cara de tiempo, material y espacio...
Dueles como el vivo color. ¿Cuándo piensas decirme que no me amas? Como la espuma te diluyes en el aire. Caes como la piedra de la mentira. Tiras al blanco del futuro botellas incendiarias. Recortas las noches que se desvanecen. Hoy he despertado como en un encierro y me puse a mirar allí donde no estabas. ¿Qué haces con tus noches donde yo...
Pero es la dureza devoción de la vida, sufriente y doliente para partirnos al infinito. Se vuelve la palabra mentirosa ante el dolor, concibe cuanto no es, ficciona hasta las piedras. Hace después espuma de los sueños. Se vuelve incierta y desconocida. Y si tiene que mentir, miento por costumbre. ...
Y se borra y se borra la pena solitaria. Y sufriste y sufriste de las palabras. Y los gritos ahora; ahora y en las horas del silencio. Más adelante tus labios y el recuerdo, los árboles y la distancia. Ya fueron ventanas y agujeros del tiempo, laberintos del me callo, de tu aire, del dolor, por si lloro. Duele, sí, duele como una...
Cada vez que te tengo crece mi fe en el amor. Crece como la bondad de tu cuerpo en silencio. Me tienes la desesperación retenida en tu boca. Tienes mis labios con su torpeza. Y mi memoria grande se borra. Se borra el dolor solitario. Crecen las horas y mis manos. Viene el grito de la vida. Cada vez que te tengo crece...
¡Ah, que la vida era cara y era recuerdo! Y culpable y enferma y ofuscada, en permanente duelo. Rebelde, obsesiva y fantasma. Ahora dudo y tengo dolor, confusión y equívocos. Cada vez que la bondad crece se hace el silencio. Cada vez que alguien miente se rompen las farolas. Y así se van haciendo las calles oscuras por las que buscamos amor como...
Quédate tú también en mis manos. Para cuando se abran los ojos. Para cuando la boca se abra. Quédate sin ropa y radiante. Que estas manos te extrañan. Me hiciste abrazos de agua, danza de tus labios. Y si tengo que empezar, empezaré por tu carne. Quédate en la embriaguez de la cama. Entre tus cabellos. Toda mojada. Quédate tú también en mis...
Eran calientes los huecos de las estaciones. El parpadeo de la vida, eso. Los brazos abiertos a las horas negras, como muelles del tiempo. Eran nuestras bocas aire y quejas, manar libre del viento. Estuvimos siempre desnudos y juntos, abiertos y mirada. Duele como si ya te hubieses ido y rotas las promesas. Eran calientes los huecos de las estaciones. El parpadeo de...
En tu boca de cristal se me rompían los besos, allí, en el sabor de la espera. Allí, refugio de tu misterio, me quemas. Son los fragmentos que quedaron de la distancia. Son los recuerdos cerrados al tiempo, la penumbra de lo excesivo. Encerrado en tus derroches no tuve calma, horas negras del sinsentido. En tu boca de cristal se me rompían los...
Estábamos encerrados en nuestros sueños de amor, invisibles a los ojos de la memoria. Éramos enigma del futuro, fuerza y esperanza, puertas abiertas del corazón. Fuimos misterio. Fuimos el agujero de la duda, ventana de la sombra. Y tengo hoy que asegurar que seremos la carne del mañana. Estábamos encerrados en nuestros sueños de amor, invisibles a los ojos de la memoria. Éramos...
En el fondo, en el fondo, muy en el fondo de tu ausencia, prisionero contigo y solo, sin el nombre de las cosas. En esta estación de vida y siembra faltan tus ojos y sus raíces; las nuevas no tienen memoria. Crecen las solitudes como plantas silvestres, secas desde el tallo, voraces carnívoras. En el fondo, en el fondo, muy en el fondo...
Jugábamos al amor a destiempo del precipicio. La cuchilla de la espera cortaba el silencio. ¡Te tengo tanta soledad perpleja, imprevista y larga, torpe como el miedo! De esa inquietud testifico; de ese terror bastardo. El miedo se oculta a veces, breve, íntimo y profundo, en su fondo interminable. Jugábamos al amor a destiempo del precipicio. La cuchilla de la espera cortaba el...
Pero se tocaron los desiertos. Volvimos perdidos tras las cortinas. Nos hicimos tinta y papel. Y aquella noche compartimos ruidos. Larga era la noche en nuestros cuerpos. Temblaba nuestra piel como mares furiosos. Crujía nuestra mirada, se precipitaba, y nos hacíamos noche. Pero se tocaron los desiertos. Volvimos perdidos tras las cortinas. Nos hicimos tinta y papel. Y aquella noche compartimos ruidos. Larga...
En tus manos, grietas. En mis ojos, noche. Diario, a veces. Llegada y desaparecida. Sombra impaciente alargada. Nos cruzábamos, solitarios, en nuestro olvido en la barriada de las flores amarillas. Terminaba la ciudad, y campo. Abandono del recorrido, y suelo. Pasaban los árboles en nuestras vueltas de cuerpos. Tierra e hierba como manta. En tus manos, grietas. En mis ojos, noche. Diario, a...
Tienen esquinas los árboles de primavera. Estábamos en el parque apoyados los pies desnudos juntos, las manos detrás de nuestra cabeza, sonriendo. Llevabas un vestido corto sobre tus alegres muslos. Eran mis manos de noche cerrada, hambrienta y mía. Tienen esquinas los árboles de primavera. Estábamos en el parque apoyados los pies desnudos juntos, las manos detrás de nuestra cabeza, sonriendo. Llevabas un...
Nos arrancábamos del pecho las horas. Nos quitábamos los bordes para estar juntos. Rodando nos hacíamos invento. Reparábamos los trozos perdidos. Tomábamos la intensidad de los ojos para aprender a no cerrarlos. ¡Ya conoces el sabor de las hojas dormidas! Redondeábamos la almohada a cada hora. Apoyados esperábamos el retorno. Legaban nuestras manos a las grietas de la noche y de los suspiros....