Amor a ti como milagro
En el sonido de tu piel, salvajes como una especie en peligro de extinción
sábado, julio 30, 2016
Estábamos en tu profundo cuerpo, en el sonido de tu piel, en nuestras miradas como una especie salvaje en peligro de extinción. Y allí, en la tormenta donde se arremolina el último tiempo, saltaba el desastre con una sonrisa.
Impaciente; estoy impaciente por verte, por posar mi rostro sobre tu pecho, y oler tu primavera. Ya tengo el tiempo ralentizado con la cadencia de la espera. Y los nombres se ven borrosos, las palabras huecas. Para que me haga el dolor a fuego lento he puesto la llama bajo tu velo.
Las ventanas estaban prisioneras del horizonte en aquel tiempo donde fuimos. Alrededor del jardín, en contra del sol. Dormía en la brisa de tus huesos, en la queja del viento, en el pasado de la noche. Te intuía solitaria y perfecta, de cerca y lejos, como una llegada que no llega. Intermitente como la vieja bombilla que sobre nuestro lecho parpadeaba.
En la mira de tus manos. En tu mundo de amor y latido. En lo fácil que es amarte. Qué le voy a hacer si siento tus ojos como dos ventanas abiertas. En ellos intuyo tu alma. Te avecinas, te acercas, me tomas suave. Me pones el horizonte en la boca. Me cubres con su viento. Y alrededor del mar me posas.
En la mira del mundo estamos como dos flores mal nacidas, con todo el amor que nos nace, a pesar de todo. Y tengo que decirte que las desgracias vinieron solas, caminito andando, con su música de cascabel arrogante. Y tengo que decirte que ellas ya no se arrastran, sino vuelan. Vuelan con alas como garfios, picando al aire y a las abejas. ¡Qué te voy a decir de las desgracias que ya no sepas!
¡Es tan fácil amar con los ojos vendados! Y con las manos ciegas te tomo. Y te amo con la boca. Es tan fácil amar cuando se ama que no sé como no estamos todos ya locos. Y el mundo florece. Y las palabras cantan. Y en esta locura compartida, bellos.
Y decirte antes del tiempo de la salida. Te tengo que decir pues te intuyo resistente. Resistente a la palabra, a la mía, a la de todos. No sé si ellos lo ven; pero el día que fui consciente se me desplegó delante de los ojos un muro. Si no contestas, es como si yo no existiera, mis palabras se quedan sin valor y mudas. No sé lo que de ellas piensas y lo que ante mí sientes. Me dejas muerto bajo la tumba a la que no se le habla.
¡Se me hizo tan tarde en la tristeza! Y aquí me tienes sin vida. Y tus ojos, y tus ojos andan solos mirando mi pena. No es esto un amanecer, ni una noche en sangre, porque por no fluir no fluye ni el aire. Se me hizo tan tarde en la tristeza que trato de decirte y no puedo... y no puedo acordarme.
Estábamos en las manos de la memoria. Crecíamos allí como dos fuerzas irresistibles. Estábamos tocados por la vida del cuerpo. Y llegó el primer día y soñé. Soñé que nuestro tiempo era ilimitado, que era abierta presencia. Bajo el sol nos hicimos paisaje. También soñé con tus ojos, allí donde la luz escucha. Hicimos nudos como llamamiento. Retuve tu piel y tu palabra. Agité mi ceguera. Salieron ojos nuevos con todas las salidas. Y el amor se hizo tiempo.
Y después del amor cambia el horizonte, se vuelven ocultos los poemas, y el después es un para siempre. Tengo manos de memoria, manos que dicen “siempre”, tatuajes de olvido sobre todas mis partes. Y si tengo que volver a vivir, será en el recuerdo.
Yo también te garantizo todas las promesas mil veces dadas, su contundencia y cumplimiento. Y prometo que después de que todo se haya ido, no habrá día que no te piense. Ya sé que conociste promesas indebidas. Ya sé que las metiste en pozos secos. Pero puedo decirte que mis promesas son semillas que crecen en campo abierto. Y se las lleva el aire, y se reproducen y crecen. Y hacen plantas con tu forma.
Olvido y viento podría ser el título de la canción que nos dice. Suena bien, verdad, cariño de los árboles. Suena como el espacio de los nidos vacíos, aquí y ahora en esta tarde. Suena como a cielo y tormenta alejándose. Suena como a rayos podridos de tus promesas incumplidas, como a todo fue un instante, como el que se aleja y se aleja, mientras yo recojo los fríos granizos de las habitaciones.
Y perteneces, a este lugar perteneces. Hablo de ti como si no te hubieses ido. Lo sé, son cosas locas del amor. Dejo correr el tiempo detrás de ti. Dejo que el aire pase. Ya no sé volar; pero no lo sabes. Ya mi cama no tiene calor ni sueños. Parece ser que eres tú olvido y viento. En tu olvido, en el tuyo sigues viva amando a otro. Y tengo yo que sonreír ante el dolor que tu vida sin mí me produce.
En ti habito como una mariposa callada; creo ya, que hice sombra. Y vagamente el mundo avanza por la espesura del silencio que entre tú y yo ha crecido. Permaneces, grande, llena, y adecuada. Te acaricio en la superficie del recuerdo. Te miro como ayer hoy aquí como presente. Permaneces, sí, permaneces. Y si tengo que decirte que te amo, te lo digo a gritos silenciosos que atraviesan el tiempo.
Y las piedras amorosas te llaman. Y gimes en mi boca como una taza. Y vine con tus pasos valientes. Voy alegre con el sonido de tu voz, voy alegre. Te he construido un puente para que cruces mis manos, una vereda suave sobre mis aguas.
Tú me calmas el alma. Ese alma amarga y dolorosa que la vida, con su sabor, me ha dejado. Ya te dije que le diste color a mis ilusiones. Me apoyas en mis entusiasmos cuando me ves loco. Sonríes, me besas y me traes a la cordura. Para ti hasta las horas tienen nombre, el aire ritmo y los besos sabor cada vez diferente.
En el ballet de tu cuerpo soy música. De rodillas te daba mis caderas, y mis huesos y zumbidos. Eres un fuerte destino que me atrapa, el calor de un nido. Con tu amor me quitaste todo el espanto, el de la vida y el de los malos sueños. Tengo que llorar ante nuestros sentimientos, de alegría, pues cuando te voy a besar se me borra toda la espera.
Con tu ventana a escondidas juego. A las primeras llamas del espacio llamo al viento. A las alegres espirales de tus aromas sale mi lengua. Tus vibraciones son surco de barco que me entran dentro. Son tus manos luces brillantes que apagan las sombras y tu vestido, el vuelo de las mariposas.
Porque se mueve y se ama por amor el mundo gira. Gira libre entre tus manos, libre como una cometa. Tengo en la cabeza un pulpo de deseo que te mira. Tengo la picadura de tus besos. Tengo los pájaros como príncipes alegres de la vida. Tú, desde el principio eres inevitable como el vino a la viña, como la tierra a los árboles.
Porque me completas el mundo, otras cosas y lugar. Aquí mismo donde las cosas nacen. Aquí mismo en el gran silencio. Aquí donde nuestras historia está segura. Eres la muestra de que la duda no existe. En la inclinación del amor, del gusto y del sabor. En la muerte de los amores excluidos. En la caída libre de tus besos, eres tú el alma de las cosas.
Y mis manos rozando tu espalda. Seguro que el mundo ahí se acaba. Esta es la sorpresa del tacto. Tu cabello da la bienvenida a tu nuca. Se despega y se abre. Ofrece a mis labios su corriente. Beso tu cabeza; mis manos besas. Tu respiración calienta mis dedos. Me muerdes. Te muerdo. Te arrimas. Me haces movimientos de caderas. Te respondo. Buscas en mí. Busco en ti. Tu piel ardiente se tambalea. Tus muslos tiemblan. Se alarga el tiempo y nuestras manos. Te digo te amo y no me respondes.