En tu lengua. En tu flujo. En tu condición de agua. En tu dolor dudoso. En tus recuerdos negros. En tus treguas. En tus mejillas, usted me hace. Ayer fue nunca; y huele a amor quemado. En tu pena se cumple el «ya sabes». En este aire pesa tu dolor. Y un fuerte recuerdo prostituye la distancia.
Un naufragio: el margen de la fuerza. Una vida sin tiempo: la precipitación de la vida. Una tortura alucinante: la ceremonia de tus ojos. Y a continuación... un dolor retenido. Escucha: tengo todas las preguntas sin respuestas. Tengo un silencio que te escribe; un ferrocarril sin camino, una astucia en los dedos, una generación de agua y viaje. Ahora que me acuerdo de tus ojos; ahora... despierto como un intruso en tu lengua.
Amor a ti como milagro
Un marginal naufragio reluce en la tortura de acero
lunes, noviembre 23, 2015
Hice un desierto de tierra con tu indiferencia; y ahora clima soy. Ahora me mantengo desesperado. Ahora salen las fuerzas de la sede nuestra. Ahora somos dolorido acantilado. Ahora que te has ido recuerdo que tengo un cuerpo, un marginal naufragio. Ahora reluce la tortura de acero como la fría caricia de la navaja. Y todo se precipita... hasta el grito.
Bájame tu secreto. Ahora que estoy en tus manos. En el nombre de tu voz y yo silencio. En esta calle privada e indiferente. En estos pasos simples. Te adoro; ¿sabes? En esta boca de primavera llena de tierra. En este camino de esperanza. Derrumbamos lo imposible. En esta de los colores constancia. En esta cantidad de misterio. En este giro que fue el desierto. En estas cuatro sombras. Y yo de ti residente. Y tú de mí menos el aire de la indiferencia. En esta cede de la vida a la que perteneces. Aquí acabamos con el dolor acribillado.
¡No, dormir no!... por si se despierta la salida de la noche. Ya advierto tus labios, tu nocturno traicionero. Cuando te beso sale un cruce de traiciones, sale un cielo simulado. Esta noche florecen tus secretos. Y yo pongo cara de manos sin memoria. Esta noche es para olvidarla en la sombra: quedará perdida en la oficina de los objetos muertos. Florecen tus manos con sus secretos: piedra oculta bajo la apariencia. Dígame usted! Si fuimos grano de la tierra, ¿cómo es que nuestros cuerpos nos saben a desierto?
Y nos vamos a dormir en tu salida. Advierto tus labios. Tu deseo: ese lugar del cruce, ese lugar de la noche salvada, fila nocturna de nuestro encuentro. Y si vas a dormir, y si voy a dormir... en este círculo simulado, quiero que me despierte tu salida del sueño.
Quiero en ti dormir para siempre, ya sea en el dolor, en la vida o en la muerte. Quiero desaparecer en tu grito, tenerte viva en mis brazos. Y si la noche no duerme, quiero cruzar el lago de tu cuerpo.
Sobre tu piel de trigo, sol y sombra, florece el cielo de mi vista. Al entrar vi tu urgencia, vi como el pan florece, vi el cielo negándose a la vida. Allí vi la lluvia, su hechizo, y tus manos. Allí vi tu magia urgente.
Las tinieblas crujían entre nuestros cuerpos. La burbuja estaba deforme; sus agujas de aire no indicaban los puntos cardinales; el caos reinó en el abismo de nuestros corazones. Tú iniciaste la palabra. Tomé la palabra de tu boca e hice un sueño. La vida no pudo con la soledad que me dejaste. Guiaré mi silencio hacia tu garganta. Le rompimos las alas al viento. Cuando surgió el olvido del camino... cuando todo paso fue inútil... cuando las sombras dejaron de ser sombras...
Voy a secar el pasado, a cultivar el aire, a ocultar las hojas de la memoria, a hacer de los silencios paciencia... que las alas te pertenezcan. Ya sabes de las heridas de mis ojos, de la mirada errante. Ya sabes del mar de trigo y de su siembra, del campo convertido en ave. Sobre tu piel florece la lluvia, el sol amargo, y unas cuantas primaveras.
A veces mimo tristemente la espera. Como un nido nuevo hago un árbol. Se me secan los manantiales del fruto de la vida. Pero ya sabes que se me abre tu boca en este plazo que nos espera. Ya sabes, amor, del baile de las confusiones, de los pies de la danza, de tu inconfundible cabello. Ya sabes, amor, donde tus labios esperan, del patio de las noches, de la brisa de las hojas. Ya te ocultas silenciosa en mi memoria. En sus fallos hago un mundo de repente. Y tú siempre la fuerza de mi destino.
Desencajo la mirada porque no me queda otra. Desencajo el tiempo. Desencajo tus labios percibidos. Yaces en el aire del olvido. Con tu vientre seco hago un fruto: el fruto de las hojas que te escribo. Levanto la mentira; quito el polvo de debajo; pongo la hoja en su sitio y sigo escribiéndote en este testarudo invento. Tomo la felicidad confiada; se me derrumba un gesto; rehecho el mar, viajo. Cumplo con el viaje. Me hago una callejuela de estrellas. Sube una nube redonda que es la Luna. Sabes a lejana y sola, como decía aquel poeta que no conozco.
Solo muerde la cereza tus labios. Sus ojos rojos marinos. Su dirección de viento. Tu cabello obedece a las olas, tu deriva a mis manos; y en los poros de mi piel fuiste. Puedo encontrarte refugiada, fina hierba, nube altiva. En tus funestos labios. En un mar construido de borrasca, llevo tu nombre al recuerdo, al turbio recuerdo vagabundo; y te llama.
Yo sí podría seguirte hasta donde no hay pasos. Así recorro tu cuerpo hasta donde empiezas; hasta donde tus ojos azules dilatados hacen sombra a la vida. Y miro. Y te miro. Y tomo tus labios con arrebato como una mordida de la muerte. Y me hago ancla en tu recuerdo; y ojos brillantes marineros. Aquí me ves, pues, en los pedazos del agua azul inmensa e incierta.
Amor a ti como milagro
Y me tomas y te pienso como una noche alucinada.
miércoles, noviembre 04, 2015
Y vienes mientras voy a tu encuentro y tu cuerpo cautivo toma el desastre. Y dentro de la forma que eres pende de ti todo un hilo al cual levemente se sujeta la vida. Y dentro estabas prohibida. Y los dos, misma fuente de tu cama, en el sudor de tus brazos. Y me tomas y te pienso como una noche alucinada.
Amor a ti como milagro
Nos encontramos en la sombra del sudor y del olfato
martes, noviembre 03, 2015
Y ahora llegas invisible a esta hora de la tarde donde los pasos andan descalzos. Piso allí donde fue nuestro destino. Y vienes con tu cuerpo del tiempo cautivo en esta prohibida forma. Y vienes al hilo roto de nuestra cama. Nos encontramos en la sombra del sudor y del olfato mientras tus pies andan firmes sobre las sábanas.