Pequeños puntos mágicos alrededor de tus ojos y de tu boca te protegen y me deslumbran. Tú, del amor aurora. Canta tu fuerza primitiva en el devenir de los tiempos, en tus manos hechiceras.
Quiero amarte aunque seas un tormento. A la intemperie quiero amarte, al amor, al delirio amarte de frente. A veces, creo que eres una sombra, un giro, y permaneces. Eres ola de viento de los árboles, nidos, cielo y tormenta. Aunque tus promesas fueron mil veces incumplidas, después del amor, me ocupas como estrella en el cielo fija.
En el silencio de tu belleza, en tus invisibles noches, en tus ojos espejo, respiras, suspiras. En un principio fue tu olor. Alimento del hombre. En un principio fuiste tú, la brecha de la vida, mi erosión.
Tu rostro, esa fiesta, ese templo, ese espacio. En los senderos previstos como relojes vencidos, cantas tú y yo te acompaño. Esa cruz de tu cuerpo, tu opulencia. Tus manos impenetrables me toman trecho a trecho. Tus extremos, mis extremos solidarios. Nuestra llama encierra el dolor y la esperanza. Nuestra boca el aniversario de la aventura. Nuestros vuelos alrededor del sexo. Tú, esparcida, yo, campo. Tú, higuera. Llevas ojos verdes de mar y cielo, el peligro de la primavera. En este preciso momento, en esta hora, en este comienzo y baile, eres ritmo del verano.
Te ofrezco la embriaguez de mis manos. Allí donde comienzo comienzas. Allí donde miras existe la mirada. Tus ojos cubren el mundo, tu boca, vacilante y plena, tiembla del temblor de la carne, lecho y hoguera. Eres hombros de mis manos, rostro del festejo del amor fusionado.
Iba recordando tu efecto, vivamente, tu efecto, acumulado en todos los lugares donde estuvimos. En esta banda de lugares, en sus paseos, venías como un campo abierto, en tu embriaguez, plena de amor ofrecido, resbaladizo y abierto. Y me ofrezco.
Amor a ti como milagro
Era tarde en la que estabas pintada como un golpe de sol seco
lunes, diciembre 21, 2015
Era tarde en la que estabas pintada como un golpe de sol seco, y de pronto, canto, te ondulabas, y se hacía tu cuerpo. Era tarde empujada por la palidez de un te quiero. Imitando tus gritos y tus viajes a saltos de fiera, entre tregua y tregua, como tierra sedienta de agua nadabas desesperada entre aguas. Y ahora tu mirada me traía sus prodigios, sus recompensas, sus bandos de combate. Por esta parte de la vida, por este lado de tus efectos, por esta guerra agotada, injusta y viva, por tus paseos de humo y aire, iba recordando las ciudades por las que pasabas.
Hoy me vienes desnuda... Nuestra frontera era un lugar de mestizaje: tu cuerpo y mi cuerpo, un lugar nuevo. La división de los nombres nos es ajena. Tú, mi nombre. De estos renglones las líneas te leo de nuestro futuro. Como ves llegó la tarde. Estaba pintando a golpe seco, sin la crema de la pintura, sin el aire, y tú ondulabas entre el pincel y la tela, el lienzo, el cuadro. Ya es tarde y canto, tarde y lluvia, pronto ondulabas entre las ventanas y el sol seco.
Cogimos el aire cargado de vida mientras el cielo y la patria era nuestro refugio. Deslumbrado por la antorcha de tus suspiros, alucinado por tu boca. Un suspiro de sal. Un lavado de nuestros brazos en el agua limpia de tu cuarto. Tus dedos palpaban mis dedos. Y pronto nos tomó una ola en el cuerpo.
En tu cuerpo en mí recogida. Y todos tus privilegios y mi codicia. ¡Sí, codicia de amor y riesgo, vida! Llevas tu otra cara de la tristeza. Llevas la cara de la noche que nadie conoce, ave nocturna, negrura de tus ojos. Llevas tus ojos recogidos ante la espera. Eres el vino del mundo, mi esperanza, mi patria, mi refugio. Y para este aire, y para esta lluvia, te ofrezco mi piel como tierra.
Hay quien arriesga; y yo arriesgué por ti mi vida; puse en peligro, por amor y buscarte, ese lugar oculto donde mi corazón gravita. En aquella hora dormida, temblorosa y estatua, donde tú me aguardas. Tú, en tu cuerpo, exclusiva esmeralda, escogida entre mis privilegios, amaba.
Amor a ti como milagro
Tengo un canto secreto que solo tú lees en estas líneas
miércoles, diciembre 16, 2015
Tengo un canto secreto que solo tú lees en estas líneas. Ya sabes a qué me refiero. En tus astucias me alojo, en el umbral de tus sueños. Allí escogí la tarde, la puerta, y ahora me arrepiento. Y vuelvo al fondo de lo que me diste. Tú balanceabas el pecho y la tristeza.
Y entonces, entonces despiadadamente siento por ti todo el amor, todos los miedos. En este insignificante silencio, en esta ciudad que duerme, hay sombras. Con mis pies en el miedo, con tus pasos amontonados, en el arrabal de la muralla te pido, amor, que me incluyas. Te escogí a media tarde. En todo umbral de las puertas te hago sagrada.
Tus ojos de la espera. Tu pérdida insaciable. Tu enardecida boca. En la convulsión del suelo. En tu cuello envenenado. Ahí grito del dolor del amor y de la muerte. El azar golpea a diestro y siniestro en nuestras vidas; en esta destrucción nos amábamos, en estos lazos decadentes. Y entonces, entonces despiadadamente nos suelta la vida. Nos deja con nuestro amor solos.
Las puertas me cuidan de la oscuridad. Sus pegados dientes amenazan. No hay espacio. Vencen. Deshilacharme no quiero; cruzar, tampoco. Como una máquina abstracta sobre la piel se ejecuta la vida. Ven. Ven a este refugio blanco. Ven a estas flores podridas. Tienen forma de mundo, de caos, de muerte. En su aire inmóvil invadiendo como una semilla, en sus órbitas negras, rompen del cielo las pupilas.
Amor a ti como milagro
En este espacio roto vuelan águilas gigantes y negras.
jueves, diciembre 10, 2015
Si por acaso, a veces, y creo, ciertamente, aunque con duda, me sacudes ese lugar profundo del vacío que has dejado. Por eso en mi cuarto reina tu ausencia. Ausencias de filos pegados a las roturas de la vida. Dentro y desaparecida, fuera y retenida. En este espacio roto vuelan águilas gigantes y negras. Me miran con sus ojos de acero, y piensan: «Pronto el amor estará corrupto, pronto.»
Amor a ti como milagro
Cuando te vas me guardas encerrada bajo tu silencio
jueves, diciembre 10, 2015
Con tu soplo, con tu fuego, con tu lava pareces que estás vagando, habladora. Cuando compongas el rayo del verso, y esté fresco para el oído. Cosa rara tienen tus celos. ¿Como no ha de ser injusto? Cuando te vas me guardas encerrada bajo tu silencio.
Y dentro de poco en tu culto; no quiero decir que seas diosa, aunque diosa eres, de mis sueños, del porvenir infinito. Ya en tu templo te rezo como te amo. En tu miedo, en mi miedo. En ese a veces robado. En la distancia.
En la dicha. En la crueldad del olvido. Allí. Allí somos como dos nueces en el mar de la deriva. Sin olas. Sin aire. Sin mirada. Allí somos por el mar rondando. En círculos. Y yo que tanto miedo tuve a la pereza, me hice acto inmóvil marinero.
En la dicha. En la crueldad del olvido. Allí. Allí somos como dos nueces en el mar de la deriva. Sin olas. Sin aire. Sin mirada. Allí somos por el mar rondando. En círculos. Y yo que tanto miedo tuve a la pereza, me hice acto inmóvil marinero.
Y llegar al himno de tus cabellos. Y quedarme en tus huesos. Nos rozamos como el cóctel de las huellas. Vencen las olas en nuestros dientes pegados. Tú, mi desaparecida en la ausencia.
Combato tus sombras. Roído por tu voz. Ruidos dentro chocan. En este cocktail de huesos, en este espacio roto, llama la vida y la madrugada en mi silencio.
En el presente, en el futuro invisible, en su tremendo gemido, en el dolor que rompe, da vueltas sordas el mundo. Y te quiero decir que a veces me falta aire, me falta camino... desastre. Es miedo? Es voz sanguinolienta? Los dientes rotos, la ruina. El ahogo ascendente. La sangre viva. Oscilan tus cabellos en mi boca.
En este presente sordo, con desenvoltura, con la ligereza del dolor, y las yemas, y todas las vueltas al mundo, te pienso. Gime el dolor. Grita el aire. ¡Este mundo sordo! Se estrangula. Grita el dolor en el caleidoscopio de mi garganta. En este futuro, en este presente, en esta vida nuestra se hace el mundo, y el resto ¿y el resto? no lo conozco.
Me recojo como se recoge en tus manos el olvido. En esta vida, en esta piel tremenda, en la costura del cuerpo. Tejemos la ropa. Soltamos dos miradas. Alrededor de nuestras bocas se hizo el futuro. En el patio del universo. En nuestra suerte. En el tiempo del amor seguro. En la reminiscencia de tus pechos. En tu garganta. Ahora veo el final que fuiste.
Todo se elimina menos tus trazas. Eres la marea de la noche, la sombra de tus manos. Y tu rostro independiente en mí amanece. Eres lo que pienso en el brillo rojo de tus labios, la levadura de la ventana. Deshielas mi tristeza. Tu cabello son amplias escaleras. En tus manos me recojo. Y después de tanta vida, tomo tu espesor como venda en los ojos.
Amor a ti como milagro
Las ramas de tus ojos. Tu rostro abierto al silencio
martes, diciembre 01, 2015
Y el agua... y las ramas de tus ojos... Recuerda; fue tu pie desnudo, y la suavidad de tu espalda. Y el punto de mi cuerpo que olvidaste. Y el silencio y el futuro. El cierre de tus labios. Tu rostro abierto al silencio, sus mareas. La explosión de la espera. La noche eliminada. El agua cubriéndonos el rostro.