Y si te puedo decir que tus labios huyen de miedo. Cierra los ojos y compara esto con tu antiguo silencio y aquella fea tristeza que traías como cara. Entiendo que tus intenciones no eran esas; y que solo fui un intruso en tus sueños. Vuelve, si quieres, al círculo de los cuerpos, a las huellas de la carne, a las falsas promesas,...
Soy abanico de tus sueños rotos. Agita y agita la proliferación del aire. Revienta los objetos del dolor. Aleja la pestilencia. Son sus varillas fetiches del aire, su mango modelo de nuestras manos, sucias, moradas, sudorosas. Sufren heridas leprosas, trozos de la vida que se aleja. Mueren sus sueños en coma. Es la rebelde pintura de la vida, el ansia, la mezquindad. Revientan...
Pertenecer al dolor, a sus intrigas, a su mala leche. Ese dolor disidente del cuerpo, lectura mal entendida, errática, confusa y perdida. Pertenecer al dolor como quien pertenece, atado, dependiente del grito, de la mala suerte. Eran sus metamorfosis ancestrales, marcas de la biografía, desechos de la vida perdida. Tuve el privilegio de tus manos y sus obstáculos. Tiemblo cuando aún recojo trozos...
Íbamos en las alas de prodigiosos Infiernos. Era, entonces, evidente la lluvia. Manifiesto invierno. Fuerte y silencioso como la vida. Capaz de aire y tormentas. Quería arrasar las últimas trazas de la primavera. Agua fuerte con sabor a peces de mar lejano. Lluvias densas como el tiempo. Frágil amanecer, entonces. Ardía el aire para verte. Aquí hace una pausa la construcción del mundo....
Tuvimos camas pasadas donde leíamos los cuerpos. Desfallecían las horas completas. Y creíamos que nunca era tarde. Estamos al alcance de lo que amanece. Eran gotas de dolor que pasaban por la noche. Estábamos lejos del riesgo del recuerdo. El mar, el mar aún estaba lejos. Tuvimos camas pasadas donde leíamos los cuerpos. Desfallecían las horas completas. Y creíamos que nunca era tarde....
En ninguna parte, en ningún lugar estuvimos. No sé ahora por qué te digo eso. Será por tu nombre. Será por mi boca. No hay quien la calle cuando de ti hablo. Con caricias claras. Con tu ombligo. Con las llaves de tus sueños. Con tus manos para hacer noche. Es usted o vos, la hierba que hierve, la cal blanca, mi paisaje....
Total, una sombra. Con la piel tersa, suave y fresca. Cercana la nota. Y por supuesto, al amor devota. Mueren las miradas perdidas en la noche. Levemente los círculos se cierran. Alrededor de sus ruinas hicimos castillos de aire. Tumultos vigilantes, con sus cúmulos de oxígeno marcaban los bordes de la vida. Vienes de otra parte, de todas partes de mis puertas. Te...
Ahora vendrán las negras ciruelas con su jugo a nuestras bocas. Es que estoy pensando en ti, mi amor. Y dirás tú que no eres el fruto de mi boca. Y diré yo que eres el fruto de la vida, así, sin metáforas. Somos ahora cuatro latidos de la naturaleza. Y vendrán más como savia del árbol. En tales cosas estoy ahora pensando...
Sales del ángulo de mi boca, de lo árboles negros de mi mirada, de la sombra de mis manos. Te he visto llegar con una sonrisa que intenta no decir nada, nada y todo oculto. Te posas. Te posas como una presencia inesperada, así, como si no hubieses venido. Y te desvías. Y das vueltas. Te escurres como si no hubiera habido tiempo...
Así como las bocas muerden y supongo que tengo que imaginarte desnuda. Me sientes dudosa y con preguntas extrañas. Me urge tu voz para tapar el silencio. Te he recordado, ¿ves? Te he olvidado también muchas veces, tantas que a veces me suenas a hueca. Te he encerrado en el olvido con llave y sales para que te conserves. Fuiste la salida de...
Vivíamos contra marea como intrusos del mar. Las palabras secas en la boca. Los gestos con nudos sensibles. Se arrastraba el movimiento sobre nuestra piel como onda de la vida. Así las bocas. Así el amor oscuro que nadie toca. Y supongo que imaginábamos que éramos grandes gigantes, sin dudas y urgencia, que devoraban las sombras y todos los silencios. Vivíamos contra marea...
¿Qué hacen ahora tus labios? Siguen luciendo como las tormentas. Ya no le perturban mis palabras desesperadas, ni su nacimiento, ni sus ruidos. No me queda ofrenda para entregarte; ni furiosas mordidas para amarte; y sin embargo, sigo siendo un intruso en tu vida; pobre, igual que vine en el primer instante. ¿Qué hacen ahora tus labios? Siguen luciendo como las tormentas. Ya...
Que solo te pido tristeza para hundirme en el recuerdo de tus ojos. Que solo me hago en el color de tus colores, en los lados de tus labios, en la suavidad de tus palabras. Venga a mí la calma de la tristeza como la suavidad de tu piel, como la dulzura de tus besos. Que solo te pido tristeza para hundirme en...
Y tus ojos son la sorpresa de mi vida. En su inocencia borraron todas mis heridas. He querido para ti ser hermoso aún por encima de la ciega vida, esa que duele como el dolor del veneno. Me has hecho traspasar el olor de la muerte, la triste tristeza, y otras banalidades. Alejaste con tus colores la peste, el hambre y la miseria....
Tuvieron tus ojos la culpa de todo el desastre. Me vinieron de sorpresa a herida, embargado en mi inocencia. Sí, tus hermosos ojos, con sus lecturas antagonista: hoy te amo, mañana te odio; y me engañaban en el torbellino de su mirada. Fui yo un enamorado loco que veía y estaba ciego, siempre ciego, feliz y desgraciado, consentido y a la vez rebelde....
Peores mares habíamos recorrido de boca en boca. En nuestro divino divagar fuimos luz de los sueños. Ojos rotos de pena y llanto. Inocentes, sin embargo. Habíamos quedado como herida. Pechos sin reproches. Corderos de la vida. Peores mares habíamos recorrido de boca en boca. En nuestro divino divagar fuimos luz de los sueños. Ojos rotos de pena y llanto. Inocentes, sin embargo....
En ninguna mano, en ninguna obstinada noche, cuento tanto como cuando te recuerdo. Ya se hizo la espera. Ya se hizo callada. Ya vino con sus ojos helados a mirar tu ausencia. Divagaba de frente, como si fuera inocente de tus ojos hechos de huidas. Y quiere, sin embargo, verte, negada que es a tu pérdida. En ninguna mano, en ninguna obstinada noche,...
Eres mi herida vieja después de la vida. Eres mi boca quemada por la espera. Se acabaron todas las tormentas cuando echaron al tiempo afuera. Primitivo dolor, mi drama. Todos tus ausencias caen en los huecos de todas partes. Cuentan las noches obstinadas nuestra mala historia vivida. Cae la lluvia en un divagar celeste. Y por ahora, solo soy recuerdo. Eres mi herida...
Toma la herida sangrante antes de que te vayas y tomes los pies por salida, y al final, dolorido me dejas como ave caída. Tuvimos vida dudosa, altanera y frágil. Tuvimos vasos de amor claro, ancho mar de tu sonrisa, después, dicha. Fuiste clarividente de nuestro oscuro futuro, caminos divergentes germinando ante nuestros pies. Fuiste divina de ojos dudosos y lágrimas llamas. Toma...
¡Cómo siento tu ausencia como un descuido! Uno de cada dos tiempos, lluvia, lluvia y sueños y lluvia. Y me siento en ausencia, demasiado lúcida. Cae la tarde y ya te fuiste entre las sombras. Cae la noche como amenaza. Suena un dios del infierno, frío como mis manos. Anduve de silencio en silencio, de calle en calle, arrastrando la pesadez de las...
Entre la almohada y tus espasmos, entre la alegría de nuestras fuentes, con algún descuido del sueño, mientras la lluvia se ve a través de la ventana, y las húmedas hojas de los árboles danzan coquetas, se hizo, en nuestro cuerpo, la eternidad del placer compartido. Entre la almohada y tus espasmos, entre la alegría de nuestras fuentes, con algún descuido del sueño,...