Y debo imaginar

miércoles, febrero 17, 2016

Ardiendo, no hacíamos otra cosa. Y debo imaginar que eres sublime, a veces fuego sagrado, a veces alma y delicadeza. Son estos tus ojos como brazos. Y llegaste, amor, con todas las convulsiones, devorante y veraz. Y llegaste, amor, como las horas irremediables. Alabada seas señora.

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