Un momento sin antecedentes

martes, septiembre 11, 2018

Iba y compraba cuando todo estaba cerrado. No le quedaba otra opción que entrar por la puerta trasera. Le subía la adrenalina de los pies a la cabeza como un chute de alta tensión.  Aún permanecían las ventanas cerradas, con cara de no quiero saber nada de la calle; ¡como si no fuese a salir! Eso no se lo cree nadie. El calor se concentraba, sobre todo en la cabeza bajo el pelo: casi un picor mordiente que no te permite pensar en otra cosa. Nervios y desazón. Intranquilidad progresiva mientras avanza el amanecer. Tenía que salir. El lo sabía. En algunos de esos momentos del tiempo saldría y surgiría otro yo vivencial con repentinas sensaciones. Algo así como que el próximo acto sería como siempre gratificante. Después vendría la calma; esa calma que no se parece en nada a todas las demás calmas. Se entumecía el dolor, tanto el físico como el del alma. El inconsciente se despojaba de sueños. Dejaba la mente como si este fuese el primer momento vivido. Un momento sin antecedentes: limpio como el empezar.

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