Amor a ti como milagro
Te disuelves viéndome dejado por la lámina del futuro
martes, noviembre 29, 2016
Íbamos cargados de la sal de la noche, cargados de insomnios subterráneos. Y yo, oscuro de ti, tirado en el perfil de tu cama bajo tu vestido, mi débil alma bebía de tu fuente. Compruebas escondida que no tengo tiempo, que se fue huyendo del presente, infame sol-cal-viva. Te disuelves viéndome dejado por la lámina del futuro.
Estábamos hechos de las ventanas de la espera. Pasa al vuelo la vida, pasa el viento. Estaba dormido contándome historias, desprevenido e ingenuo. Ya sé que estaba prisionero en un paisaje congelado. En un corredor estrecho parpadeaban las luces, se hacía el espacio uniforme. Oscuro de ti, sin argumento.
Amor a ti como milagro
Salen las ramas de la distancia del viejo foso del olvido
domingo, noviembre 27, 2016
Salen las ramas de la distancia del viejo foso del olvido. Y más tarde, es tarde en el amor. Tiene el amor dos bocas abiertas de leones mojadas de avaricia, una manos de terciopelo, unos ojos de inocencia.
Cuando mi cuerpo es tu boca en la desnudez del movimiento queda un lobo loco pidiendo misericordia. Son ramas de la habitación y testigo. Son venas de alta vista. Casi siempre soy un foso testigo de la muralla que nos separa.
Amor a ti como milagro
El barro oscuro de las tinieblas en un idioma contagioso
jueves, noviembre 24, 2016
Tan frío, tan gris y tan abandono. Hermoso sudor del desamor a la vista de la tarde verde y de las hojas de almohada. Cuando te escribo en los modos del delirio y espera, amanece la obra de la vida como un invierno inmaduro. Es este el himno amoroso de nuestro orgasmo, el barro oscuro de las tinieblas en un idioma contagioso.
Ven aquí a la presencia donde te esperan mis manos. Te esperan para amarte y entenderte. Te esperan en la indolora promesa. Se corta el día de las horas. Salieron las medias palabras. Hicieron trozos la conciencia. ¿Qué pasa con el juego del jardín? Juega como un juguete a los pasos perdidos. Juega a la pared de hierba de la elegancia, al hermoso dolor de los pasos, tan lento, tan frío, en esta tarde.
Del adiós al fuego y las ventanas. Es la hoja de la vacilación del suspiro. Es el suspiro de la tormenta y vuela. Vuela anunciando cuando te vas y me tocas. Conoce el caracol de tu mano la sombra de mi cuerpo. Mezclas tu sonrisa con la espera. Y aquí, en la redondez de mi vientre, te conviertes en mentirosa.
Aquí me tienes sediento para disfrutar de la sombra de tu boca y del sudor secreto de tu pecho; veneno de fuego que hace de mí tu adicto. Es casi roja la tristeza cuando no estoy a ti enganchado. ¡Adiós, cenizas de hojas blancas! ¡Adiós finales de mayo!
Recuérdale al agua que aún hay vida. Es como lamer el respirar. Es como tener pincel en las palabras. Es como tomar tierra de aire. Nadie es fuerte como un ladrillo. Lleva la vida el rostro roto y el origen arriesgado. Se arrastra, se precipita, sedienta del frescor de los cuerpos.
Clara tienes la cifra del Destino: es desconocida. Duele que se mueran las raíces, duele, duele y el cuerpo desollado y los colapsos. Es duro el hueso negro de la cereza y el temblor del pellejo.
En un espejo como un verano tu perfume calienta. No llores por el desierto de la vida, no llores. Es clara la arena y pequeña, sola y extensa. Cuando la soledad se cifre veremos claro. Cuando nuestros desollados cuerpos duelan en su destino de carne, y presenciemos el colapso del horizonte, entonces estaremos unidos para siempre.
Voy a cortar las hojas de la tormenta, hacer un fuego donde se clave la mirada, y un olvido y una mueca, y un maldigo en clave. Para crujir lo prohibido de esta boca. Para descansar estos ojos de perro. Para tomar el vapor de veneno del espejo. Pero por ahora hundo la estaca del cuerpo en el ruido.
Eres del lugar del maullido, de la agorafobia, de las manos y de la noche, del único lugar donde el mundo no esta vacío. Eres la instalación de la noche con tus labios incluida. Para ser adicto soy adicto del blanco de tus ojos. Para ser tiempo soy el tiempo de tus manos. Y tú, tormenta y memoria, me cortas con tu aliento las hojas del tiempo.
Nos queda todo por decir, en el amor y en el duelo. Como te dije en ti se me multiplicaron los ojos, se me tradujeron en miradas; y si ahora pueden leerte es porque te has hecho mi memoria y puedes leerme como agua incluida en tus labios.
Como dos fresas es mi ansiedad. Te entretengo, insomnio; te entretengo en el tiempo de la ceguera. Cruje mi carne y no me reconozco. Tomo mi exceso y hago tus labios, bailarina de mar. Tomo tu pulso y me hace frente de guerra. ¡Pero si te tengo amor y me tienes violencia! Mis ojos corrigen la visión que te tengo. Mi horror disminuye la tierra. De frente es terrible esperar. Puedo ir por tu vida como un saco roto y tú me echas lo que te queda. Eres tú esa quien a lo largo de los golpes me haces del amor ritual y sacrificio.
Mientras te hablo mis manos te están leyendo y mi boca se frota, se frota con el amanecer de tus labios. Hoy, vestidos y mojados, haciendo llamadas a tus nocturnas piernas. Érase la fresa de la ansiedad del amor y del deseo en el flujo del exceso.
Soy infiel a mis manos cuando no te buscan. Porque me gusta hacerte te quiero. Porque el dormir sin ti es insomnio. Estás siendo boca de mi boca, alma de mi cuerpo y, si tengo que vivir, que sea en tu roce.
Y se arrepiente del reposo que me diste. Y la historia y el amor y el infierno. Están los pies quemados de sonrisas, de esas que cayeron. He vivido siempre en las alertas de tu boca y en mi sombra. Pues ya sabes que me gusta hacer de suelo. Mientras tanto duermo funestamente en los quiero, en los insomnios mayores.
Se nos reproducía el alma en este amor que nos hace. Se precipitaron las aves e hicieron nidos en los corazones. Fuimos el origen de la palabra. ¿Las dudas? Las dudas reposan. En nuestro próximo invierno recaudaremos madera; y se arrepiente; y se arrepiente de habernos enfriado. En este amor recoge los caminos, reposa.
Estuvimos en la metamorfosis de nuestras bocas, en el hambre de nuestros cuerpos y los otros tiempos fueron malicia. Te asumo. Te llanto. Te fantasmo. En esta dura cadencia sin ti ya no hay lluvia; está guardada para otro destino. Me responderás en el próximo invierno cuando el hielo enfríe tus manos y desees mi aliento.
Yo me regodeo en el gemido de tus manos, en los sauces de la penumbra, en el momento de perderse. Levantas al viento mis ojos. Montas el misterio en mi alma. Y en el momento donde el movimiento se para sonríes con tus delgados dedos y le quitas el hambre al silencio.
Eres como el olvido del agua, como el regodeo del gemido, como las noches largas. Eres las manos de las noches, las horas de las penumbras, el vapor negro de los sauces.
De tus largos brazos que cortan el viento hago mis ojos, su mirada. También sueño; y contigo sueño. Sueño con vestir de ti al tiempo. Ya dirás que es una rareza, de las mías rarezas. Pero lo visto de ti para que aparezca infinito.
Cada vez que desapareces se acaba el canto. Mientes hasta en las huidas. Pero yo, sonriéndote, me hago agujeros. Soy tu captura, capturado por la lluvia. Y me hundo por las puertas horizontales de los pensamientos. Soy Alice de los pozos, la del alma dorada de la inocencia, atrapada en la mentira de tus ojos.
Aunque el amor fuese blanco y verdadero y no estuviese en la ruleta de la fortuna, y tus pies no fuesen rápidos en la huida, amor sería del que hay, y no hay otro. Pero ahora, como tantas veces fuera de este juego, como arte de tus labios, de amor y de furiosa alegría, te amo como sonriendo para mis adentros, donde se pierde mi inocencia.
El temblor del tiempo. El cálculo de las horas. Crece el espacio para que quepa. Es la primera vez que te tomo la hora. ¡Así de fácil, como un pulso! Crece la Creación en tu cabello; y las horas de tu sueño contando. Y tus pies blancos. Y el juego de tus ojos. Porque amar es algo extraño como un paisaje nuevo.
¡Qué hermoso es que me mires como el insecto a la flor! Te hablo oscuro para que no me veas. Te hablo hermoso para que tus ojos se hagan agua. Y las mariposas, como caballos locos, trotan sobre mi piel al galope. Hubo una vez ojos negros de las apariencias. Y victorias. En el temblor de la flor del cuerpo hicimos el amor como si fuese nuevo.