Eras a menudo inmensa
jueves, junio 28, 2018
Me empujabas hasta el filo de la cama poquito a poco hasta que caía por aquel gran precipicio de tus brazos. Sonreías, sonreía, como en juego de traviesos niños, tú me das, yo te doy, o algo parecido que no engañaba a las caricias. Eras a menudo inmensa, como una tarde de verano que no se acaba. La resina de los árboles chorreando, las gotas suspendidas en ese olor a corteza de árbol.
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