Derivas sin memoria

viernes, junio 01, 2018

Y los manzanos, las viñas, las flores en flor, nos hacían sentirnos como pequeñas piedras calientes, redondas como el cariño, morenas como la tierra que las hizo, extrañas a la belleza que se balancea sobre su cabeza. No habíamos aún mirado en su interior. Sopesábamos sobre la palma de la mano, viendo ambos nuestra intención, cuanto daño haría ese peso, y si daba en un ojo o en la mejilla, o ya puestos a disfrutar con dulce malicia, pensábamos si rebotaba en la yugular o en la cabeza? Todo eso bajo las tiernas miradas que iban de un lado para otro, e incluso, contagiadas por el suave olor de las extrañas amapolas que parecían hacer cálculos semejantes pero sobre sus finas hojas de roja porcelana, e incluso, dije, pero ya no me acuerdo.

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