Amor a ti como milagro
También las estrellas tienen su ruta imposible en la prisión de los planetas. Tú, "señor de los expulsados", haces ceremonias para que su curso nos sea beneficioso.
Amor a ti como milagro
Ante la sonrisa íntima de tu cuerpo, maga hacedora de lluvia
martes, abril 26, 2016
Eres maga hacedora de lluvia, hacedora de bailes y cuerpo, feliz enlace del amor y de la vida. Se me llena de ti la esperanza a páginas cortas, cortas, cortas. Se me ve el deseo en los brazos como una isla indómita. Ahí, cerca del filo de tu cama. en tu rodilla mi mano ante la evidencia: ante la sonrisa íntima de tu cuerpo.
Y en mis trincheras. Y en tus trincheras. Allí se nos llena el cuerpo. Llueve y no es sensato. Bailas como la escarcha seca. Son inmensas tus promesas. Y el amor, y el amor? lluvia seca. Te he visto venir con una sonrisa seca. Y aunque el amor, a veces, es un ocaso, en ti es una promesa. Llueve en tus recuerdos, a vista corta; pero son largas tus manos que me los acercan.
Pues he salido de mi sombra bajo los negros ojos del sol. Sombra de estrella fugaz, parrilla del tiempo. Especulares nosotros, hasta ahora impasibles y siempre. Te tengo que decir que hoy es mayo, ayer, primavera. Flotan nuestras miradas, sin embargo. ¡Ya ves! Cosa italiana renaciente. Hoy es mayo de flamante sangre, brillo, vuelo de miradas. Europa está en guerra y sus familias desangradas, lo vivido, muerto, las rosas en abismo. Y tengo que decir que esto no es una trinchera, ni un de antaño recuerdo. Está el cuerpo hecho de enlaces, “desennudados” al ocaso. Y tengo que decir que en el amor eres ceniza y seca, promesa y ruptura, vivo sonrojo.
Eres la inmensa metáfora de la vida. Y aquí y ahora te proclamo. Vienes del árbol del tiempo a mis raíces. El árbol crece tan pronto como tomamos consciencia; el nuestro, aún estando dormidos. De su existencia es el principio de nuestro mundo. Y vienes ahora con las manos abiertas, sus palmas de flores crecientes pues el mundo es un prodigio y tú, agua de mi vida.
Y en el lamento presente tuyo soy. Te tengo por mi locura, por mi tiempo, y razón. ¿Dónde vives, amor, detrás de los cristales? ¿Dónde?
El canal se vuelve ave. Siempre vi estrategias de alas en los ramajes del cielo. Campo de amor como una sutileza. Y ahora tengo que decirte indiferente como una piedra a la primavera. Alrededor de ti, alrededor del hombre, fui nublado. Vienes ¿no? Vienes unida a tu nombre, a los confundidos horarios, a las ventanas de la impotencia. Te hablo de amor confundido. Y en el lamento te verso convocado como al fuego la carne.
Es el mundo un prodigio de agua de vida. Tu fertilidad. Tu paciencia. Tu éxito con Dios. Porque Él quiso que fueses la revelación de la lluvia, eres el primitivo manantial de todo lo que nace. Eres la consagración de la potencia y también el río práctico que maneja todas las orillas. Es así. Y tengo que decirte que proteges todas las salidas. Me defiendes de mí por cuenta propia, de mis huidas. No está la enfermedad en nuestra casa, ni su sombra. No está expulsado el hombre a la tierra. Los fantasmas llegan sin espíritu, sin fuerza, sin ropa. Finalmente, eres venerable mujer, la esencia.
Eres fuego e imaginada. He debido beberme tu memoria y anda así, sublime e embragada. A veces, limpia. A veces, blanca. Éxtasis sagrado de mis ojos, blanca y creada. Eres para mí, la mujer primera. Tú, desbordante confusión, corazón fuera. Te sale lo hermoso por los brazos. Y ahora y siempre, eres mi vicio alabado.