En cada color, en cada lectura, vi tu ancestral metamorfosis. Ese fue el color de tu mirada, tu retrato. Vertía yo visiones de carne y de dolor en tu agitada biografía. Fui efigie de cristal, el cráneo de tu existencia. Fui tu cuerpo privilegiado. Y esos pies y esos ojos temblaban. Fui marcha del reloj y obstáculo. Te redondeas como un animal que recoge sus brazos. Pelo a pelo sobre el abanico de tus cabellos, proliferas como los objetos. Viva y exagerada, fértil y diseminada, amplia como el color, mi fetiche.
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