Que el amor en ti me arroja todavía hoy después del tiempo, aún peor: después de nada. Porque somos heridos, por los lados que tengo. Este desgarro es tu ausencia, ninguna y nueva, mano que se encuentra en los huecos que caen y penetran desviados de los suspiros de las noches-lágrimas. Estas quejas obstinadas de tiempo perdido, mil veces en manos muertas, dispuestas...