La desgracia del cuerpo que llama. llanto ante tus ojos y tus labios en angustia. y si acaso pudieras, viento, a cada fuego con hambre como si fueran hogueras de los dedos cerrados. Las manos colgadas de las puertas: vestidos flotando, cuando anochece, caen de amor leve. En las primeras mentiras vi alas azules verticales, y de mar mucha noche. En el trapecio...