Eran nuestros silencios tejidos con el hilo de la distancia. No se encontraban ya nuestra mirada. Se rompía la tela de la lengua. Era la seda de las sombras transparente. Y ni el calor ni el verbo tenían alma. Eran nuestros silencios tejidos con el hilo de la distancia. No se encontraban ya nuestra mirada. Se rompía la tela de la lengua. Era...