Se hablan. Permanecen en el tiempo, sutiles como aromas casi imperceptibles. Hijos imaginarios del amor. Hijos nativos de los valles, se hacen sed. Sed del futuro néctar. Parecen ruidosos diosos hermosos embriagados capturados por los abrazos. Murmurantes, con sus descalzos pies danzan como cuerpos de aire. Al viento. Al viento. Sin ceder, flotan diáfanos.