En los largos y sombríos brazos de la noche no hay primaveras, sí escalofríos de sangre, derramados pechos, carne entregada al infierno del dolor, vivo dolor incomparable infectado de insomnio, del no me amas, del te amo a prueba de todo, de las corazas derretidas por dentro. Así te doy mi presencia, encogido de temor, de correosa duda, de nunca te olvido. Voy...