Los días son cada vez sin ti más cortos y más fríos. Aún están verdes algunos lirios y tu vestido. Yo, acurrucado en los últimos tiempos de ti, recostado sobre la tierra, sobrevivo en el festín de tu ausencia. Es el templo del Destino. Ya no hay senderos de gloria, ni amor que nos glorifique, solo narcisismo roto; así, en pedazos que no...