Sigues en mi mente enorme como todos los días que han pasado. A escondidas, en el laberinto de tus ojos, voy volviendo las esquinas con el alma fuera de sí creyendo que voy a encontrarte. En cada pasillo te veo invisible, te toco encarnada, y fugazmente te beso. Viene luego el funeral de la esperanza. No estás. Y lo sé. No estás. Vuelvo...