Y nos despertamos con los párpados insolentes a modo de clave. Tú mirabas, a veces, la cerradura del tiempo como un voyeur anticipado. Vivíamos entre paredes fuertes que no concluyeron la vida. Eran las metáforas a veces terrestres; a veces, agua; a veces, máscara de la letra. Sufrimos por aquel entonces la fragilidad de los sueños, cosechas malditas sembradas en los corazones. Entrábamos...