Del Dios que escribe

viernes, septiembre 25, 2020

PRIMER CORO (simultáneamente, como de fondo (risas)): A través de una substancia preciosa se ofrece el objeto oculto, secreto por su naturaleza. Del Dios que escribe. Mientras otros agitan con palas de árbol sagrado los sabios líquidos que curan. ¡Oh, Kerridwen, alimenta mi ignorancia para que se le caigan las escamas de la ceguera! 

SEGUNDO CORO (algo semejante en primer plano): Es mi dolor. De nacimiento, mi dolor. Ignorancia de baba. Sonido de palabras. De sentido, silencio. Dame, sí, ese embrujo del caldo para que tomen mis labios vida, humana vida más allá del prehistórico silencio del bosque, de la selva, de la estéril sabana.

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