Ha puesto Dios el reloj de roja lata

martes, junio 30, 2020

No estábamos todos de partida; algunos se quedaron. La ceguera les sonreía; era a lo mejor aparente. Tomaron camino del campo. Senderos recubiertos por la última vegetación. Bosque del fácil perderse. Allí, imaginarios guerreros escondidos, preparados para el combate. Se agudizaban los sentidos de la vista y del oído. Pasos lentos silenciosos. Respiración amortiguada. Invisibles gestos. Silencio casi absoluto sobre las ramas. Pesa la radiante tarde recién estrenada como cada principio de verano. Todo duerme en las camas después del mediodía. Ha puesto Dios el reloj de roja lata bajo su celestial almohada hasta nueva hora donde vuelen en picado las oscuras golondrinas.

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