Parecías tener laberintos en la nuca
jueves, febrero 28, 2019
Olor de tus labios. Fue hoy, mañana temprano. Amaneciste con mi sabor de boca. Tus hombros desnudos. Dorados. Suaves como la lentitud de un amanecer. Parecías tener laberintos en la nuca. O fue el espejo de la noche? Su embriaguez. Esa desesperanza de una noche tan larga que no llega a olvidarse. No supiste ocultar la sonrisa acompañada de mi nombre. Caíamos entonces por un tobogán de gran precipicio. Agarrados y unidos en ese punto de placer que habíamos encontrado a fuerza de habernos tanto buscado. Fue en aquel instante donde tu posible pérdida se me hizo en la piel fuego. Y quería amanecer para ver si aún estabas; allí, tú, tu cuerpo y tu estar, tu acogida de ensueño, el me sorprendes y te sorprendo, el siempre dudar como un relámpago, luego nuestra noche, luego sonrisa de piel, calor, vida y desprecio a la muerte, y una infinitud de detalles a cuya esencia la palabra no alcanza.
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