Me como las horas de carne de tu cuerpo como metáfora de una exageración amorosa. Me marcaban las horas tu pecho. Rodaban piedras por la boca. Y ardiendo te invento. Al borde de coger hacíamos el amor como lobos esteparios, solos y juntos en el azar del encuentro. Tomabas intensidad cuando estabas dormida. Reparabas nuestra cama como el que come al azar hojas...