Esta nota de avidez que nos atormenta estaba siempre llamando al desastre. Mientras, nos columpiábamos sobre las horas con nuestra llama en la boca. Y los brazos, enredos. Y las miradas, noches. En el tumulto de nuestros cuerpos tomábamos la vida como líquido inacabable. Esta nota de avidez que nos atormenta estaba siempre llamando al desastre. Mientras, nos columpiábamos sobre las horas con...