Es como si las palabras con sus formas construyesen murallas que nos contienen. Nunca nos mienten directamente, jamás acaban su desvelo. A veces, perdidas, se niegan. Otras suman sus silencios. Y gritan para ocultar lo que dicen. Lloran, lloran lágrimas traicioneras convirtiéndonos en cómplices protectores. ¡Oh, palabra que nunca acabas! Déjame de un solo mortal golpe sin aliento, que ya debe venir la...