Y nos fuimos. Y vinimos a eso de las diez; aunque aún no era la hora. Nos manteníamos cerca del reloj, por eso de ver pasar las horas. Criticábamos su ropa, su forma de andar, los gestos que hacían, y algún que otro segundo mal marcado. Por que en eso también intervenía un poco el aire cuando estaba de visita a la hora...