Meditan tus manos en mi memoria. Crean historias de encuentros perdidos. Y nuestros cuerpos, y nuestros cuerpos, ilimitados como la vida, se abren a nuestros ojos. Sentados sobre el paisaje, vi tu corazón ampliado, pensando en otro, en otro lugar, en otra cama, en otras manos. Pronto aprendí a olvidar. Ajustado a la vida, pegado a tu paisaje. En nuestro mundo el cielo...