Para no leer en estos malos tiempos

sábado, abril 04, 2020

Eras tú, y nosotros, y todos mientras nos calentaba la vida. A pesar, nos vomitaba el dolor. Al fracaso mirábamos. A las indigestas heridas. // Nos tomábamos el diluido espacio. Pintábamos nuestras rojas imágenes en las cuevas, nuestros sueños en el agua del tiempo. Luchábamos así contra el desastroso olvido, contra la destruida mente, el alzheimer de las horas. // Dejábamos pasar las horas con promesas, cada medianoche por el espacio de las camas; muy cerca, sin que tocaran el cuerpo (dormido en la estúpida inocencia del no vivir cada noche). Bajo las camas, dejaban los desperdicios de los restos de la vida, del frenético vivir, comida tras comida, a cada respiración, eyaculación, asqueroso escupitajo. // Allí donde te mueves, donde se cortan las manos en el prohibido tocar, besar al contagio; infecciosos somos, haz del corrupto tiempo de la podrida vida. Yacen allí los silenciosos cadáveres rociando los solitarios y polvorientos caminos donde ya no llueve.

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