Ya te dije ven. Pregonas y dices brillante. Que buscas amor en mi pecho. Amor de las horas germinadas en un antes. Antes de amarte como baile de las horas. Rodeando las piedras ardientes, invento de las horas muertas. En el sabor del sin saliva, viniste a quitarme lo dormido, las ilusiones dormidas, los postizos días bajo el tiempo de las hojas muertas.
Metáforas del cuerpo innombrables. Tu olor. Vivo cabello. Respirar tu atmósfera. Hierba del futuro. En la cama de tus brazos fuimos campos del mañana abiertos al sol. Allí, cerca de tu boca, se suponen los besos prometidos. Breves besos para el dentro de poco.
Puerta, cuerpo, sorpresa. Ojos tocan. Delante de la crecida de la vida. Delante del ahora. Sol. Sentado sobre la cara abierta de la tierra. Respiración. Apareces siempre. Aunque callas la boca. Sonríes de por vida. Con la esperanza sorprendida. Si siguen los labios el besar. Si siguen las olas al mar. Tu cabello la ondulación del aire. La fuerza del viento te lleva.
Sabe tu habitación de lo prohibido. Prohibidos encuentros con el azar. Sabores probados. Cuerpos recientes. Despeinados silencios. Y mirar y miradas de seda. Y detalles de piel resbalan sobre las huellas bajo el asedio de la mirada de ojos de primavera.
Hablan los caminos de los pasos perdidos secretos sin memoria dispersos por la tierra. Derramando amor en el pozo de la esperanza, en la habitación de los gestos, en tus minuciosos labios. Porque he probado el amor en ti. En tu cómplice piel. Allí donde se acumula la noche. Oigo tus pasos llamada donde se revela el mundo y el divino nombre de Dios.
La mordaza, su rebelión, los durmientes. Como cuando nos cubre la vida con presagios desplegados en el tiempo. En cualquier parte, cálculos de palabras hacen senderos imperceptibles que se pierden en el espejismo del variante paisaje. Polvo de palabra desde hace tiempo perdida en los laberintos del viento.
Hace el amor la belleza. Se agarran los recuerdos. En ellos se escucha el último te quiero. Cree el tiempo que no pasará. Cree el mar que se quedará quieto. Se pone a secar los labios donde se clavan las notas del viento. Salen del fondo los silencios guardados; se rebelan, se atrincheran, gritan socorro. Reclaman a sus palabras compañía. Les explican las vivencias de la separación, los me arrepiento, te recordé, los no te olvido.
Se va el mar. Capricho de agua. Cuidaba sus manchas irregulares. Las paredes se desgastan como tardes sin luz. Sobaban ruidos de alma de su delicado cuerpo. Gesticulaba prohibido alejarse para evitar que allí quedase el vacío del mundo. El gastado mundo con su existencia a prueba, escalofríos del vacío, de los ojos sin lengua ajena donde empieza la emoción del otro. Eso, por si alguna vez supuse tu existencia.
Tiempo abrasado. Ojos que ponen celos en los labios. Nublados pensamientos del caleidoscopio del deseo. // Le daba por tener tus ojos la noche entera donde vuelan los pájaros de sangre. Vuelve el campo a sus raíces de árbol. Resplandeciente tierra, puerta de la germinación de la vida, donde en las próximas temporadas de los ciclos se reanudará la esperanza de la existencia.
Primavera para tus ojos y sorpresa. Para tus ojos en su crecida como la vez primera que vieron. Tiembla como respira, se sorprende. Toma las manos de olor nuevo. Son aire sus brazos. Frescor su boca. Sonaba la risa de la lluvia. ( En algún lugar brillaba la tibieza.) ( En otro lugar se agitaba la locura en la cabeza. En ella no se confundían los nombres.) Había siembras en los campos como sacrificio a la vida. Hacía tiempo que por allí habían pasado los hombres. Sus pisadas enfangadas. Esas marcas de los pasos. Alguna semilla dentro de los huecos venida de otro lado, del otro lado de las estaciones, una amarilla y seca, volátil, ligera, frágil y duradera. Del otro lado del tiempo. O viajó perdida por el aire con su invisible carga de futuras raíces.
Tu ruta, para tomar. Como relámpago recorre el cuerpo. Ese instante del dentro y del recorrer. \\ Es más bonito vivir en la noche de tus ojos pues más allá sabe a niebla. Pegajosa niebla en los labios. Allí sentada en la hora de la espera. Delante de la triste luz. ( Entre rodillas, una leve versión. Entre tus senos, su frescor. Corren sobre tus hombros sus incipientes gotas, como de la piel un llorar, en su versión del relente. ) \\
En las oscuras puertas del dolor. Se arroja el corazón hacia su salida. Sobre un lecho abierto llamado noche. // Gemidos del lugar convulsionan. Bailan sin cuerpo en la pureza de la angustia persiguiendo las soledades. Podridos abrazos desesperados en la ruta del cuerpo. Calculado veneno de la vida que sacrifica.
Si me vieras mirarte. Con el desvarío de las sombras. Girando dentro de tu mente. En el frente de tus ojos. Donde la soledad sufría de errancia. Allí se sostenía. En el rito de la mirada. En su orilla. En su ronda. Y si quiero dormir contigo. Dentro de tus sueños. Apresado en su música. Fuera del dolor del cuerpo de la noche.
Reunida memoria en la sangre donde crece su huerto de palabras secretas sobre el espejo del tiempo florece la vegetación en el perpetuo movimiento de sus ojos de memoria en su garganta de verano en la seda del árbol de tu hermoso cabello y allí, antes y ahora, crece el pulso de la vida con sus turbulencias.
En el encuentro. Participa el acerca y ahora. \\ Las puntas de tu cabello. \\ // Ahora te miro. // En el cauce de tu garganta es verano. En la memoria de tus ojos. En el sentir del árbol. En el movimiento de la vegetación que florece. // Quisiste seguir en mi memoria. En mi crecido pulso. A veces, desorientado por las turbulencias.
En el encuentro. Participa el acerca y ahora. // Las puntas de tu cabello. // Ahora te miro. // En el cauce de tu garganta es verano. En presencia, te encuentro en la memoria de tus ojos. Los árboles delante de su espejo. El pulso de su memoria. Desorientada memoria. Reunida memoria en la sangre. Donde crece su huerto de palabras secretas.